Por Paola Rodriguez.- ¿Has tenido la idea de que aquellos que logran alcanzar los resultados que anhelan es su vida no han tenido que atravesar grandes desafíos en su existencia como si te ha tocado a ti?. Esta es quizá la idea mas errónea que podemos avalar en nuestro pensamiento a la hora de reconocer nuestra grandeza.
Todas las personas tenemos que atravesar dificultades, en menos o mayor escala, es esta una característica inherente al ser humano; es precisamente en nuestra forma de mirar y relacionarnos con las circunstancias donde tomamos vías diferentes.
Seguramente si tuvieras asegurado el triunfo en todos los partidos, el tedio terminaría por acabar con la ilusión del juego. Venimos con unas características de base en nombre de la herencia y la genética las cuales dibujan la cancha y si, pueden llegar a condicionar pero no a determinar; en realidad, somos nosotros quienes trazamos el juego y elegimos cómo jugarlo.
Podemos convertir nuestra «vulnerabilidad» que nada tiene que ver con la debilidad como erróneamente la podemos calificar, en nuestro mayor poder, entendiendo que transitar caminos de dolor y desafío va engrandeciendo nuestro espíritu y dotándolo de herramientas valiosas que nos permiten el tesoro de la empatía genuina, reconociéndonos como valiosos no solo para nuestra propia existencia sino también para, desde el poder del que nos dota la experiencia, identificar la grandeza que yace en cada ser, reconociéndonos como co-creadores de nuestra realidad, sin comparación, sin juicios ni afanes cada quien a su ritmo permitiéndonos fluir con la vida, sabiéndonos perfectamente imperfectos en nuestro transitar.