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Actualizar creencias

Por Mª Laura Martínez Ramírez.- Todos y cada uno de nosotros por el hecho de nacer dentro de una cultura, estamos programados desde la más tierna infancia con multitud de creencias que van forjando nuestra manera de ver y de enfrentarnos al mundo, son dichos, refranes, cuentos e historias que nuestros ancestros van repitiendo de forma espontánea, sin que muchas veces se hayan parado a pensar si eso es verdad, o mejor dicho, si ahora eso es verdad, ya que para alguien en algún contexto puedo serlo.

Son importantes los prejuicios que vienen de esta transmisión semiconsciente, porque mucho de lo que se dice sale sin digerir, es decir, sin reflexión de si es o no verdad para él en este momento, a la luz de la propia experiencia, y del mismo modo se acepta sin crítica como una lección de sabiduría de nuestros mayores. Pero esto no siempre es así, la sociedad evoluciona y lo que un día les pudo salvar la vida a alguno de ellos, ahora se la puede dificultar a los descendientes.

Por eso, si no actualizamos las creencias, estaremos condenados a actuar de forma inconsciente, y ser llevados por ideas arcaicas que no coinciden con nuestra verdad, con ello al sufrimiento.

La dificultad estriba ahora en reconocer esas ideas equivocadas. Pues bien, tenemos dos caminos, que confluyen luego en uno, y son lo que me llega de alrededor y cómo me hace sentir.

Partimos para ello de dos percepciones, una interna y otra externa, la primera corresponde a lo que mis emociones me están indicando respecto a lo cerca que estoy de mi verdad, la segunda referente a que lo que me sucede es una proyección mía.

Habrá que observar lo que recibes del exterior y te hace daño como una proyección de lo que te haces y te dices a ti, para posteriormente conectar con el pasado, con aquello que te dijeron y te hizo sentir así, constatando en multitud de situaciones de la vida posterior que has vivido en base a esa creencia, pero que ese sabor amargo que sentiste, ese sufrimiento, te indica que era equivocada, siendo muy probable que ese pensamiento, por el discurso que te dijeron y aún hoy te dices, forma parte de una creencia que hay que modifica o sustituir.

Lo siguiente y fundamental es cambiar ese discurso antiguo por otro nuevo y repetírnoslo cada vez que aparezcan esas proyecciones o emociones.

Esos dos conceptos, la forma de ver la realidad como proyección y de las emociones como avisadores de nuestra conexión con nuestro ser interno, con nuestra verdad, son en sí cambios de creencias arcaicas, que han sustituido a las que nos decían, que las cosas pasan por buena o mala suerte, que venimos a un valle de lágrimas, que las emociones están para controlarlas porque son de naturaleza animal, o algo más o menos molesto que hay que saber canalizar, etc.

Visto así, si me maltratan es porque me maltrato, si me desprecian es porque me desprecio, etc. Reconectar con frases que oímos y creímos, en relación a aquello de lo que nos avergonzamos es importante, yendo a aquello que no le hemos contado a nadie, después revisar a la luz de mi experiencia de vida y conocimiento actual, si esas frases de los familiares afeando eso, son correctas hoy para mí o no, o si lo magnifiqué por la edad.

De donde viene ese sentimiento es crucial para comprender la culpa por ejemplo, que generalmente ha desembocado en pensamientos de desvalorización, permitiendo que aceptes el maltrato al no te sientes digno de cariño sincero, y puede que lo intentes compensar esforzándote mucho en el trabajo, pero que aún así se sigua proyectando tu desvalorización no recibiendo un salario justo, cosa que aceptas, porque no te sientes merecedor.

Todo puede cambiar si ante ese hecho, ese momento crucial, eres capaz de dar otra respuesta hoy, y decirte, algo así como: “era un niño y experimentaba valientemente con la vida”, “era normal y natural a esa edad”, “necesitaba atención y era la manera que a tierna edad creí poder obtenerla”, “sentí que perdía el sostén amoroso y lo intenté conseguir en otro lugar o de esa manera, ahora soy adulto y no necesito esto”, etc. Mejor todavía si somos capaces de desculpabilizar a los adultos e intentar comprender su condicionamiento también.

Para todo esto hay que tomarse el tiempo de reflexionar en soledad, y ser muy veraz en lo que nos decimos y más todavía en reconocer la emoción que aflora, porque cuando encontramos la frase que sustituye a la anterior, experimentamos una sensación de liberación, gratitud y mucha energía, que nos demuestra que ¡ya está!

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