Por Francisco Menchén Bellón.- En estos momentos actuales, todo se mueve tan deprisa que nos falta tiempo para imaginar una nueva teoría, un ingenio revolucionario o una tecnología innovadora. Aunque percibimos que el mundo es estable, en realidad está, continuamente, cambiando. Ninguna generación anterior ha vivido cambios tan profundos en tan poco tiempo como los que nos ha traído el confinamiento de la COVID-19.
Todos sabemos que el cerebro humano es el órgano más complejo y fascinante que existe en el universo; tiene el hardware, parte física, y el software, programas de aplicación, que nos permiten interactuar con las distintas funciones que realiza; es una biocomputadora, que dispone de un sistema operativo superavanzado, que realiza millones de actuaciones al día.
El sistema operativo es el núcleo de toda la actividad del software. La única forma de cambiar el sistema operativo es cuando uno tiene otras opciones de aprendizaje. La evolución no se da haciendo siempre lo mismo, sino cuando sabes adaptarte a otras alternativas. Hay que empezar a revisar, recomponer o reprogramar el sistema operativo que nosotros mismos, inconscientemente, hemos instalado en nuestros cerebros.
Tenemos la obligación y la responsabilidad ineludible de construir un presente mejor para nuestros hijos y nietos. Debemos cambiar nuestro sistema operativo, resetear nuestra mente y empezar a cambiar nuestros patrones de actuación de manera individual. En estas condiciones surgirá la sincronización neuronal, que unirá de forma dinámica y funcional diferentes áreas del cerebro
El cerebro, como ya hemos indicado, es un órgano maravilloso, exquisitamente sensible a los campos electromagnéticos, que procesa cerca de 400.000 mil millones de bits de información por segundo, sin embargo, sólo somos conscientes de unos dos mil bits; está formado por una sofisticada madeja de conexiones denominadas “conectoma”. Cada nuevo aprendizaje conlleva nuevas conexiones neuronales.
Si empleas el poder de tu cerebro, puedes conseguir lo que te propongas. El potencial que tiene es prácticamente ilimitado, pero no sabemos utilizarlo. Podemos descubrir nuestro poder, reprogramar nuestra vida y cambiar nuestro futuro. El cerebro es como una huella digital, cada cual tiene la suya. Es una red muy compleja formada por miles de millones de neuronas que establecen billones de conexiones. Basta con aprender a tocar el botón “actualizar”.
Actualizar nuestro cerebro consiste en desarrollar nuevas formas de conexiones neuronales. La plasticidad sináptica fortalece la capacidad de las neuronas para cambiar y conectar distintas experiencias, mediante el aprendizaje. La conexión que se establece entre las diferentes regiones del cerebro es lo que permite que se conforme una experiencia singular.
Es clave para el desarrollo humano tener siempre la mente activa, así como mantener una interacción social habitual y estimular el cerebro constantemente. Hay que crear nuevas formas de funcionar, generar nuevos aprendizajes, y actualizar nuevas conexiones neuronales.
La esencia de lo que somos está en nuestras conexiones neuronales, lo que determina cómo percibimos la realidad, en función del flujo de información. Actualizar estas conexiones equivale a profundizar, sincronizar y mejorar los circuitos neuronales. Nuestro cerebro puede sintonizarse con la resonancia de la Tierra gracias a la glándula pineal, que contiene moléculas que son metales magnéticamente sensibles.
Es imposible crear un nuevo futuro si sigues pensando en el pasado. Cuando actualizas tus redes neuronales creas una nueva realidad. Cuando el ser humano descubre, conscientemente, el poder que tiene en su interior, su sistema operativo cambia radicalmente. Por ejemplo, cuando nuestro corazón late de forma coherente toca la misma frecuencia que el campo magnético terrestre.
Hay que recordar que estamos hechos de átomos moleculares que crean campos electromagnéticos, basados en la actividad física del cuerpo, en la actividad mental del cerebro y en las conexiones con otras energías que se podrían denominar espirituales. Además, nuestras neuronas y nuestras células también funcionan gracias a estas fuerzas. Cuando los electrones se mueven crean un campo magnético, estos campos de energía son la base de nuestra actividad biológica. Son una estructura electromagnética y lumínica que mantiene sincronizadas todas las funciones del cuerpo.
Estamos sometidos a campos magnéticos intrínsecos, no ya de nuestra propia naturaleza, sino de nuestro entorno circundante: la radiación solar, el campo eléctrico de la atmósfera y el campo magnético terrestre. Todos estos campos están actuando sobre nosotros. Las ondas cerebrales responden al campo magnético y se alteran en función de las variaciones del campo magnético terrestre, que modifican las ondas alfa, propia de un estado mental de calma.
Se ha demostrado que los cambios que se producen en el campo magnético terrestre afectan al ritmo cardiaco y se ha asociado con cambios en la actividad del cerebro y en el sistema nervioso, como se ha experimentado en el rendimiento de ciertos deportistas. Somos como pequeñas células en el gran cerebro de la Tierra que comparte información en un nivel sutil e invisible con todos los sistemas vivos, no solo humanos, sino también animales y vegetales.
El cerebro no solo depende de los estímulos externos sino también de la dinámica cerebral interna. Nuestras intenciones, expectativas o estado de ánimo influyen en el modo en que percibimos y vivimos nuestras experiencias de aprendizaje, que determinan la dinámica neuronal correspondiente. SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL, premio Nobel de Medicina, lo expreso acertadamente: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”
Todo aprendizaje genera una nueva red neuronal
Saludos amigo Francisco. Una vez más deleitandome con tus escritos creativos y de reflexión. La analogía entre lo informático y nuestro cerebro destaca una explicación muy transparente que permite comprender con facilidad tu planteamiento textual. Es necesario ir al accionar permanente del cerebro y al repensar de lo aprendido y por aprender. Debemos dar respuestas a estos cambios bruscos que enfrentamos con un repensamiento holístico. Gracias por compartir y motivar a una reflexión substancial.