Por Aura Patricia Herrera.- Desde pequeña, amo la naturaleza y los animales, siempre he tenido una muy buena relación con ellos. Siempre he pensado que en una vida anterior fui hada y disfrutaba plenamente del bosque. Quizás, dormía sobre una hoja y era despertada por una gota de rocío, o un rayo de sol que se colaba entre las ramas. Y en el día, recorría el lugar haciendo nuevos amigos y disfrutando de los que ya tenía.
Me imagino comiendo bajo un árbol una fruta exótica descubierta en mi trayecto. Y ahora en esta vida como humana estoy tratando de conectarme con esa vida anterior que fue maravillosa. Volviendo a la naturaleza.
Por circunstancias económicas, tuve que regresar a mi casa paterna. Y me adueñe de la terraza. Lugar que cuando chica y adolescente, ampliaba mi espacio limitado dentro de casa, mirando el cielo e imaginando como las diferentes formas que dan las nubes, eran lugares maravillosos que solo yo podía percibir.
En la tercera parte de la terraza que está cubierta, organicé mi cocina, mi comedor, patio de ropas, lugar de esparcimiento, mi templo. En la parte de afuera están mis matas quiénes me aportan mucha alegría cuando me regalan una flor o cuando demuestran estar felices conmigo al estar sanas y bonitas. Además, de convertirse este espacio en un lugar de encuentro de palomas 🕊, copetones, mirlas, colibríes, que llegan a comer el arroz que les brindo cada mañana. También les ofrezco agua limpia para tomar y bañarse.
En las noches, los gatos del vecindario cruzan los tejados para sigilosamente tener sus encuentros. De pronto, siento unos ojos mirándome y es uno de estos gatos pretendiendo atravesar mi terraza sin que yo me de cuenta. Yo los saludo y los invito a seguir pero ellos se quedan quietos muy alertas.
Una vez, una gata gris se sentó en un lugar donde podía alcanzarla. Le hablé muy amorosamente mientras me acercaba con cuidado para que no se asustara. Cuando estábamos frente a frente pase mi mano sobre su lomo acariciándola. ¡Wow! Se dio la magia y la conquisté. Bajó del tejado y empezó a restregar su cuerpo entre mis piernas dándome su voto de confianza. Por fin escuché sus miaus, pues había pensado que era muda.
Desde ese momento comencé a recibir sus visitas todas las mañanas, antes de irme al trabajo y en las noches cuando llegaba. Algunas veces bebe algo de leche, que tomo de la nevera de mi madre para ofrecerle, pues yo soy vegana.
Muchas veces me manifestó le hiciera cama donde guardaba los limpiones. Pero yo le mostraba otros lugares donde podía acomodarse, y no pudimos ponernos de acuerdo. Siempre, cuando pasaba por este cajón me miraba como diciendo yo quiero estar allí, pero ya se que no me va a dejar.
Fueron meses placenteros de reencuentros con mi nueva amiga, le dedicaba tiempo para acariciarla, ella posaba sus manos sobre mis piernas y cerraba sus ojos, luego al saber no podía acomodarse donde quería, se marchaba para su casa.
Muchas veces bajaba a mi cuarto mientras tendía mi cama, se subía en ella, yo la bajaba y le decía que no. Ella suavizada su miau como diciéndome déjeme.
Una mañana mientras tomaba mi desayuno, llego con un gatico blanco y negro, un amigo de sus andadas y se subía de un lado a otro. Como diciéndole aquí podemos estar tranquilos, no nos pasa nada.
Dentro de los recorridos que hacía, visitaba la vecina de atrás que tenía un gato banco y amarillo que se asomaba por la ventana. No podía salir.
De pronto la gatica no volvió más. Un día cualquiera siento que me miran desde la ventana de la vecina de atrás… Le había robado su libertad, y a mi me había robado una amiga. Nos miramos fijamente añorando nuestros encuentros.
No la he vuelto a ver. Quizás la vecina, para que no se den cuenta de su robo, le impide asomarse a la ventana.
Quizás se esté acostumbrado a su nuevo hogar impuesto y yo a saber que no va a volver.
Muy buenos días amigos de Mindalia, muchas gracias por publicar mi articulo AÑORANZA.
Tengo una pregunta ¿por que no se publicó con la foto que envié?
¡Hola Aura! Gracias infinitas por los artículos que compartes con nosotros. En cuanto a las imágenes, deben tener un tamaño y calidad de imagen concretos para poder subirlas a la web, además de estas libres de derechos de autor. Por eso, casi siempre, debemos modificarlas para que cumplan estos requisitos. ¡Un fuerte abrazo de luz!