Por David Fernández.- Los orígenes del amor
Si usted es una persona creyente, seguramente tendrá como referente histórico el encuentro entre Adán y Eva; pero si cree en el romanticismo puro, lo encontrará en la historia de Romeo y Julieta; Y si lo acompaña un espíritu brutal, recordará aquellos (supuestos) momentos de la historia donde un hombre de cabello largo, vestido con piel de animal, descalzo y amargado como Olafo, con garrote en mano, escogía a la mujer que le gustaba y la arrastraba a una cueva y allí hacía con ella lo que quería. Mi opinión muy particular, es que el primer acto de amor nada tiene que ver con los sentimientos entre un hombre y una mujer. No. Lo constituye la inteligente y feliz obra de la creación. Porque, dedicarle seis días, o seis mil años (el texto bíblico dice que un día equivale a mil años) a diseñar lo que conocemos por mundo, y luego poner al hombre para que lo disfrute, es un gesto de amor incomparable y único. Con razón el salmista David dijo: “Muchas son, Señor mi Dios, las maravillas que tú has hecho. No es posible enumerar tus bondades en favor nuestro. Si quisiera anunciarlas y proclamarlas, serían más de lo que puedo contar”. Pero si fuera creacionista le daría crédito a la maravillosa explosión de luz que menciona el Big Bang y estaría de acuerdo con este comentario de Dominique Simonet: “En el desierto espacial, las primeras moléculas emprenden una danza ininterrumpida y engendran, en los suburbios de una modesta galaxia, un planeta singular”.
Teniendo en cuenta, entonces, que ese primer acto provocado por Dios o por el impacto del Big Bang, es la génesis del amor, habría que explorar una de las tantas manifestaciones que produjo ese primigenio valor: las relaciones que se producen entre un hombre y una mujer. Para esto necesitamos buscar al ser humano. Otra vez nos tropezamos con dos versiones: la que dice que venimos de un mono africano que luego se irguió por sí solo, y el relato sobre Adán y Eva. No hay en la prehistoria el relato de un mono (Adán) y una mona (Eva). O si la hubo no la conocemos, salvo en dibujos y hallazgos arqueológicos que algunos comentaristas interpretan como manifestaciones de amor. Como ocurrió con los dos esqueletos enterrados hace 1.600 años y que fueron descubiertos en el 2009 en la ciudad de Módena (Italia) en aparente actitud de amor. Sin embargo, se reveló hace poco que los dos esqueletos eran de dos hombres y nada sugiere que tenían una relación sentimental. Pudieron ser familiares.
Pues bien. Analicemos el relato bíblico. En el principio, Adán no estaba buscando novia, esposa, amante o amiga con beneficios. Andaba por ahí dando vueltas viendo el resultado maravilloso de la creación y poniéndole nombre a los animales. Pero vio que la yegua y el caballo se apareaban, que los pajaritos se perseguían por el aire y luego en el suelo uno de ellos se montaba encima del otro; que el león se acariciaba con la leona y luego se unían frenéticamente. Con ese paisaje erótico, Adán sintió un vacío extraño que recorrió todo su cuerpo. Su espíritu empezó silenciosamente a reclamar algo y por primera vez experimentó el peso de la soledad. Lo único que le faltó fue cantar: Hola Soledad no me extraña tu presencia casi siempre estas conmigo, te saluda un viejo amigo…….).
Dios advirtió el peligro de la soledad, pues Adán andaba como el llanero solitario, y antes que se metiera a la guerilla, a traqueto o fletero, dijo el Eterno: “no es bueno que el hombre esté solo. Le haré una ayuda idónea”. Apareció la señorita Eva. Ahí sí, literalmente, como Dios la trajo al mundo.
La biblia no cuenta detalles de cómo fue el encuentro entre estos dos personajes. ¿Cuáles fueron las primeras palabras entre ellos y de quien fue la iniciativa? ¿Hubo enamoramiento? ¿Hubo esas miradas furtivas que llevan los venenos del corazón? ¿Le escribió en un papiro cartitas de amor? ¿Esculpió en el tallo de un árbol: “ te amo Eva”? ¿La invito a caminar a orillas del Río Sena en París? ¿La recibió con un ramo de flores, papayera y sancocho? ¿O todo fue racata-pun-chin-chin, el gallo sube? Vaya usted a saber. Lo único que podemos asegurar con toda certeza es que si Adán le dijo a Eva que era la única mujer en su vida, había que creerle, porque no había otra más. Esa sí fue una seria y sincera declaración de amor. Las expresiones que vinieron después en tal sentido tienen el beneficio de la duda.
Pero este perfecto encuentro de dos personas hechas con la más absoluta espiritualidad, no terminó bien. Eva engañó a Adán con la propuesta indecente de la serpiente y los metió en tremendo lió con su Creador. Pero la cosa no terminó ahí: un hijo de ellos mató a su propio hermano. Conclusión: esa relación no puede ser tomada como ejemplo. Fue un auténtico desastre. Los cabalistas dicen que Eva hizo el amor con la serpiente y Adán con un demonio llamado Lilith, mujer está que fue primero que Eva y que aparece tangencialmente en el libro de Isaías.
Si usted examina la biblia, no hay verdaderas historias de amor. El amor que allí se menciona, es el amor genérico al ser humano, el que debe sentirse por el prójimo. Los cortejos se daban a través de intermediarios, como cuando un sirviente de Abraham, fue a buscarle novia al hijo de su patrón: Isaac. El casamentero se fue a un aljibe. Y allí esperó quien sería la inđicada. Escogió a Rivka, porque ésta ofreció agua para él y sus camellos. Isaac y Rivka se casaron o se unieron y el resto es historia.
Parece ser que la biblia no se ocupa de esos detalles porque su objetivo es otro. Sin embargo, hay un relato pasional y hasta subido de tono en la biblia. Está en el libro Cantar de los Cantares, cuyo autor se le atribuye a uno de los personajes más promiscuos de la biblia: El rey Salomón, que tuvo 700 esposas y 300 concubinas. Además, tuvo un affaire con la reina de Saba (Etiopía), quien al enterarse del poder y la sabiduría de este caballero lo fue a visitar, y éste al contemplar a esta hermosa morena le caminó con todo. De esta relación quedó un hijo llamado Menelik, nombre este que es mencionado en la constitución de Etiopía (1955) cuyo texto dice:
“desciende sin interrupción de Menelik I, hijo de la reina de Etiopía, la reina de Saba, y del rey Salomón de Jerusalén”.
(Para los que creen que la biblia es un libro de historietas traída de los cabellos, en el año de 1984, fueron llevados a Israel, desde Sudán, donde estaban refugiados, muchos etíopes que practicaban desde tiempos inmemoriales la religión judía. Fueron rescatados mediante la “Operación Moisés” y actualmente hacen parte de variopinto mundo judío).
Decíamos que el cantar de los cantares fue un libro cuasi-pornografico, hasta el punto de que fue objeto de muchas discusiones entre rabinos para incorporarlo al canon hebreo (Tanaj o Antiguo Testamento), y que luego los escribas cristianos tuvieron el mismo problema: ¿cómo anexar al Nuevo Testamento un documento con pasajes eróticos? Los rabinos judíos resolvieron el incómodo conflicto diciendo que el amor erótico que allí se describe es el amor entre Israel y Dios; y luego los escribas cristianos, viendo que no les quedaba otra, y actuando como copietas del reemplazo, lo adoptaron diciendo que ese amor subido de tono era una alegoría al amor entre Jesucristo y su iglesia. (Habría que preguntarle a Salomón su verdadera versión).
Por los lados del Nuevo Testamento tampoco hay historias de amor propiamente dichas. Y en el Corán mucho menos. Sus principales protagonistas vivieron vidas diferentes. Mientras Jesús vivió, aparentemente, una soltería inmaculada, Mahoma sí tuvo varias esposas. En el caso de Jesús los escribas cristianos se preocuparon muchísimo en no exponer a Jesús como un hombre normal porque era humano y divino. No lo podían desperfilar. Hasta hubo tiempo en que se consideró que tampoco tenía hermanos, por aquello de la inmaculada Concepción. Por eso el posible noviazgo o matrimonio con María Magdalena se volvió un mito que ha dado para todo. Hay que anotar que Jesús era judío, y para un miembro de esa comunidad, casarse era una obligación muy propia de su cultura. Pero, bueno, si se enamoró o no, si se casó o no, si le echó los perros a Maria Magdalena o no, es un asunto de cómo lo vea cada persona, según la perspectiva de su religión.
La literatura
La literatura no se queda atrás y aparece una narrativa romántica que mucha gente admira por la pureza y la pasión sincera que exhiben los protagonistas, pero que termina en tragedia: Romeo y Julieta. Otro pésimo ejemplo a seguir, pues estos apasionados decidieron suicidarse. Pero esta historieta se convierte en el punto de referencia para muchas historias de amor que inspira a otros autores y que luego el cine con diversos matices crea una serie de películas que llevan al paroxismo: “Lo que el viento se llevó”, “Casablanca”, “Annie Hall”, “Titanic”, etc. La radio no se quedó atrás y produjo sus propias historias que levantaron lágrimas en toda latinoamérica. En Colombia, María, de Jorge Isaac, la novela romántica por excelencia, y luego El Amor en los tiempos del Cólera, constituyen ejemplos de cómo la literatura se ocupó del tema. ¿Y por qué todas esas manifestaciones artísticas tuvieron y han tenido éxito? Porque todos quieren amar y ser amados, así sea a través de las historias de otros.