Por Ramiro Calle.- Curso sobre la Búsqueda del Ser – Encuentro en Nagual
Esta tarde lo que haremos entonces es, ahora, explicaros un poco más sobre el sadhana y su carácter práctico como herramientas para la vida diaria, luego algunos ejercicios de meditación, luego un coloquio y luego acabaremos con una relajación profunda, extendidos en el suelo en las esterillas que hay a vuestra disposición.
Antes que nada, agradecerle a Mariano Alameda su confianza nuevamente en mí, y que estoy muy contento de estar en este precioso Centro que ha logrado y de que esté totalmente volcado en la difusión de las enseñanzas, habiendo dejado de ser un magnífico actor para convertirse en un magnifico difusor y promotor de todas estas enseñanzas. De hecho, todos, sin darnos cuenta y sin llegar a ser tan buenos actores como Mariano, somos actores. Y el problema es que nos identificamos tanto con nuestro papel que dejamos de ser nosotros mismos. Nos alienamos. Yo conocí un caso que era un actor magnifico que durante 25 años, yo lo fui a ver varias veces, llevaba a cabo un espectáculo que se llamaba “Las manos de Eurídice”, y era un monólogo donde él era, o representaba, un hombre totalmente atormentado porque le había dejado su amante, llamada Eurídice, y el hombre llegaba a identificarse de tal manera con el papel que tuvo luego que pasar una larga temporada, por lo visto, en una casa de reposo, tratando de recuperarse a sí mismo. Nos identificamos tanto con la máscara, con el ego, con nuestro repertorio de papeles, que luego tenemos que hacer todos un gran trabajo de desidentificación para volver a ser nosotros mismos. La parábola del hijo pródigo tiene un significado esotérico, un significado muy profundo que no es el meramente literal, y que esta misma parábola, además, aparece 500 años antes en el budismo. Ya sabéis que el hijo pródigo abandona el hogar para buscar fuera placer, riquezas, y que luego tiene que volver al hogar y reconciliarse con el padre. El hogar es el hogar interior, la vuelta a sí mismo. El padre es nuestro ser interno. En realidad, todas las parábolas, tanto de Buda como de Jesús, tienen no solo el significado literal, sino un significado muy profundo, porque los Maestros, para transmitir las enseñanzas, se han visto obligados a utilizar analogías, símiles, narraciones como las que hemos de alguna manera narrado esta mañana, y todo tipo de parábolas. ¿Por qué? Porque las experiencias de orden místico no son reductibles a las palabras, no son inasibles a los conceptos y entonces muchas veces, para poder explicar, los Maestros se sirven de estas parábolas o analogías. Todos nosotros somos hijos pródigos, somos huérfanos de nosotros mismos. Hemos tomado el exilio y ahora tenemos que regresar a nuestro hogar interior, y eso, en cierto modo, es la meditación y eso es, de alguna manera también, el sadhana. El trabajo interior. Y todos estamos intentando encontrar mapas espirituales o brújulas para tomar el norte hacia nosotros mismos.
Algo tenemos que decir del trabajo interior. El trabajo interior es aquel que realizamos sobre nosotros mismos para completarnos. Todos tenemos una gran ansiedad, una gran insatisfacción, porque queremos taponar nuestros agujeros psíquicos de circunstancias, objetos y personas del exterior, y así vamos haciendo componendas. Vamos remendando, pero como decía Jesús, si a paño viejo le echas más remiendos al final rasga más el paño. No podemos estar siempre con composturas, componendas y remiendos, sino que hay que, por una vez, como decíamos esta mañana, ir cambiando nuestra psicología. La mayoría de nosotros seguimos en esa búsqueda hacia fuera. Así, cada día nos identificamos más con el personaje y perdemos de vista lo que realmente somos, y se produce un fenómeno con una palabra que voy a acuñar, que no viene en el diccionario, un fenómeno de “incompletud”; o sea, que nos sentimos incompletos. Y hay una analogíachina, hablando de analogías, muy interesante. Se dice que cuando somos concebidos dentro de todos nosotros se pone un cuenco vacío. Uno experimenta ese vacío, y entonces quiere llenar el cuenco de contactos con el exterior, actividades, todo tipo de relaciones, o de logros externos. Pero el cuenco sigue vacío, y entonces seguimos experimentando ese descontento, esa insatisfacción. Hay personas que tienen la fortuna de darse cuenta de que no se puede uno completar con lo que está fuera, sino que tenemos que completarnos de nosotros mismos, y entonces emprendemos lo que se llama “el camino del retorno”: que en lugar de estar cada día distanciándonos más de nosotros y alienándonos, emprendemos ese camino del regreso a casa a través del sadhana del que ahora hablaremos, a través de la meditación, a través de las técnicas psicofisiológicas y espirituales. Pero ¿qué ha sucedido? Que en todos nosotros la identificación con lo que no somos es tan grande que cuesta luego muchísimo trabajo emprender esa senda del retorno que implica la desidentificación consciente. A veces, en mis clases, a Gabino Diego, el actor, que va a meditación, siempre le pregunto un poco como ejemplo para los alumnos: “Gabino, cuando estás interpretando un papel, que ahora se lo podríamos preguntar a Mariano, ¿llega un momento en que tú te crees el papel y dejas de tener consciencia de que tú eres el intérprete del papel?” Y él dice que eso nunca le sucede, que el actor sabe que está actuando. Pero nosotros, en cambio, somos actores que no sabemos que estamos actuando, y la cosa entonces es mucho más grave, porque nos creemos tanto nuestro repertorio de roles, de papeles, que al final dejamos de ser nosotros mismos, y lo que sucede es que todos sucumbimos a un poder de hipnosis, de hipnosis incluso colectiva. Cuando hay un colosal dormitorio de 6.000 millones de seres humanos dormidos, incluso el que de repente despierta un poco, por mimetismo, por contagio vuelve a dormirse. Y esta adormidera que nos mantiene en ese estado de narcosis es lo que tenemos que ir poco a poco superando. Y despertando a una consciencia más plena. Este despertar es el que, de alguna manera, ha sido el leitmotiv de todos los grandes Maestros para expandir la enseñanza.
Se cuenta que muchos de estos Maestros, cuando ellos mismos encontraron la paz interior después de muchos años de pesquisas, indudablemente al sentir ese equilibrio quisieron quedarse con él y no empezar otra vez a trabajar para difundirlo a los demás, pero ahí es donde interviene la compasión de la que hablábamos esta mañana: en lugar de quedarse para ellos los secretos claves que habían encontrado empezaron, durante años, a difundir estas técnicas y estos métodos. Estas técnicas y estos métodos son los que han llegado hasta nosotros. Han nacido, pensamos, de las mentes más realizadas, de las mentes más lúcidas, sea Pitágoras, sea Mahavira, Lao Tse o tantos otros. O bien todos ellos, que son las mentes aparentemente más lúcidas, estaban equivocados, o si por el contrario confiamos en que eran las mentes más realizadas y lo ejemplificaron con su vida, tenemos que deducir que son enseñanzas válidas, que son enseñanzas que nos pueden ayudar a nosotros también en esta senda del despertar de la consciencia. Y estas enseñanzas son lo que se han convertido en lo que llamamos sadhana.
La palabra sadhana, ya os lo he explicado esta mañana, es disciplina espiritual, es soporte, y es la misma palabra que sadhu. Los sadhus en la India son personas que renuncian a todo para dedicarse a su búsqueda espiritual. Y en realidad, sin sadhanas estaríamos todavía muchísimo más desorientados y más despistados, porque sin sadhanas seriamos un poco náufragos en el océano tumultuoso de nuestras propias vivencias, encuentros y desencuentros interiores. Por eso el sadhana es insoslayable. Sadhana puede ser todo: todo lo que a ti te ayude a progresar interiormente es sadhana. Todo lo que te ayude a crecer debes darle la bienvenida; todo aquello que no te sirva debes descartarlo sometiéndolo todo a la pura experiencia y a la comprobación, y por eso habéis oído muchos de vosotros eso que dice el Yoga, esa instrucción o adagio de que “vale más un gramo de práctica que toneladas de teoría”, porque al fin y al cabo lo que realmente nos vamos a llevar, incluso de este encuentro, son las técnicas que nos puedan ayudar. Las palabras te las puede decir un conferenciante u otro, las lees en un libro o escuchas un video, pero lo importante, lo que al final nos quedamos, son las técnicas. Y hay otra narración muy significativa que gustan de contar los maestros de la India que es cuando un erudito y su discípulo entran en una finca privada porque ven un manzano de manzanas espléndidas y entonces el discípulo, el joven, enseguida comienza a degustar y comer las manzanas, en tanto que el erudito comienza a hablar de las distintas clases de manzanas, cómo se cultivan, qué reportan, de dónde se originan, y de repente viene el capataz de la finca disparando tiros, y ellos huyen, y los dos escapan, pero hay una diferencia: el discípulo va con el estómago lleno y el erudito va con el estómago vacío. Entonces, cuando nos perdemos solo en la teoría sucede que no nos quedamos con nada. Cuando, por el contrario, tenemos unas técnicas, las comprobamos, las vamos haciendo nuestras, eso quiere decir que algo ya impregna nuestra vida y casi, voy a decirlo así, se inscribe en nuestras células y ya son herramientas o medicamentos que podemos utilizar en todo momento y circunstancia.
Una de las grandes preguntas que me hacen es si la meditación es todo. La meditación no es todo; la meditación es parte. Yo no sé, si meditáramos 10 horas diarias, si solo nos bastaría con la meditación, porque la meditación tiene tal fuerza transformativa que si meditáramos muchas horas diarias sí; quizá entonces la meditación fuera todo. Pero como meditamos muy poco y otra gente no medita nada, entonces es necesario llevar la meditación a la vida diaria, que es lo que se llama la contemplación en la acción”, es decir, el tratar de estar más atentos en la vida diaria y lograr así un puente entre la meditación sentada, que es un banco de pruebas, y luego llevar los frutos de la meditación sentada a la vida cotidiana. O dicho de otra forma, convertir la vida cotidiana también en un escenario para la meditación. La palabra meditación es muy ambigua. A veces la confundimos con reflexión, análisis, con pensar, y es todo lo contrario. En la antigüedad se usaba la palabra Bhavana, que quiere decir cultivo. Cultivamos algo, en este caso la mente, para desarrollarnos. Y también en el Yoga se utiliza la palabra dhyana, que quiere decir, simplemente, estar atento y ecuánime. Es decir, cada vez que nosotros estamos atentos y estamos ecuánimes estamos en meditación. Si nos encontramos en el mercado, en un bazar, en una discoteca, en la oficina, al estar atentos y ecuánimes estamos en una actitud meditativa. Pero como la meditación no es todo, puesto que no meditamos lo suficiente, tenemos que complementarla, y entonces hay toda una estrategia que es lo que configura lo que llamamos el trabajo interior, que esta mañana os he anticipado ya unas líneas maestras pero que ahora vamos a redefinir un poco para que luego podamos hacer este trabajo en la vida diaria, en la vida de cada día, porque muchas veces tenemos expectativas triunfalistas espirituales y creemos que en la vida diaria no hay nada, y en la vida diaria es donde uno se curte, donde uno tiene que bregar y como se dice coloquialmente, “batirse el cobre.”
Hay una historia que es muy significativa… Un discípulo y su maestro vivían en una ermita. Iban pasando los años y el discípulo pensaba que no recibía ninguna instrucción y entonces un día se quejó y le dijo: “Maestro, llevo contigo muchos años… ¿Cuándo me vas a impartir la sabiduría, la verdad?” Y el maestro dijo: “¿acaso todas las mañanas cuando nos levantamos no te pido que hagas el desayuno, y luego que laves los cacharros? ¿Acaso luego no damos un paseo y volvemos a la ermita y te pido que prepares la comida y luego laves los cacharros? ¿Acaso luego no volvemos a dar otro paseíto, y nos sentamos al lado del arroyo y meditamos un poco, y volvemos a la ermita y te digo: prepara la cena, y luego te digo: lava los cacharros y después te digo: buenas noches, hasta mañana… qué otra verdad tengo que enseñarte?” Y es que muchas veces pensamos eso, que las enseñanzas nos separan de la vida, que son de alguna manera una fuga, una evasión, un desencuentro, pero las enseñanzas son al revés, lo que hacen es seguir la vía del encuentro contigo mismo y con los demás y para eso está el sadhana y el trabajo interior. Vamos a volver un poco a ver los puntos del sadhana, de la práctica, para que por un lado encontremos si podemos minutos al día para meditar sentados pero por otro lado luego tratemos de llevar los frutos de la meditación a la vida diaria.
Cuando nosotros meditamos lo hacemos para ir poco a poco estimulando lo que llamamos los “factores de iluminación”, que en todos nosotros están en simiente pero que hay que desarrollar. Estos factores de iluminación son entre otros la energía o esfuerzo consciente, la atención vigilante, el sosiego, la ecuanimidad, el contento interior, la indagación de la última realidad y la lucidez, como factores principales que conllevan a otros que son la benevolencia, la compasión, la paciencia y tantos otros. Estos factores están en nosotros, son simientes, semillas, pero para irlos desarrollando es que trabajamos la meditación. Pero luego hay que desarrollar estos factores en la vida diaria, y ahí es donde de alguna manera uno tiene la gran oportunidad, porque en la vida diaria siempre podemos observar nuestras reacciones, ver nuestros hábitos psíquicos, ver nuestros puntos de fricción o conflicto con las otras personas… En la vida diaria es donde tenemos que observarnos. Eso es importante. Solo a través de la observación de uno mismo uno puede conocerse. ¿Cómo descubrió Newton la ley de la gravedad? Observando. ¿Cómo descubrió Fleming la penicilina? Observando. ¿Qué hace un fotógrafo para tomar el mejor ángulo de una fotografía? Observar. ¿Qué hace un pintor para plasmar el lienzo? Observar. Y si quieres conocer las necesidades de otra persona tienes que observarla, y si quieres conocerte a ti mismo tienes que empezar a observarte. Observarte es mirarte, pero sin caer ni en la autocomplacencia o autoindulgencia o autoengaño ni caer en la auto recriminación. No hay que juzgar. Solo vamos observando, observando cómo nos comportamos, cómo somos, cómo reaccionamos, cuáles son nuestros rasgos negativos principales de carácter… ¿Pereza? ¿Odio? ¿Celos? ¿Avaricia? Cuáles son nuestras negatividades o elementos tóxicos en el inconsciente que van poco a poco irrumpiendo al consciente. Esta observación se llama la vía de la autoobservación. Y la vía de la autoobservación te conduce a la vía del autoconocimiento. Por la observación te vas conociendo, y la vía del autoconocimiento te conduce a la vía de la transformación, porque cuando sabes que hay que transformar es cuando puedes transformarlo. Ya dice el viejo adagio: “si no sabes dónde está clavada la espina ¿cómo puedes arrancarla?” Y de la via de la transformación vamos poco a poco desembocando en la via de la autorrealización. Por tanto, hay que insumir estas cuatro vías: observarme, conocerme, transformarme y realizarme. Y esta autoobservacion también es como un rayo láser que te permite ir destruyendo, conociendo y destruyendo tus autoengaños, tus falacias, todo tipo de embustes a ti mismo y a los demás y por supuesto, algo que es esencial trabajar con ello en el Yoga, que es la destrucción de nuestra imagen. Porque todos damos una imagen a los demás, pero lo que es más grave: nos damos una imagen a nosotros mismos, y al final vivimos también en base a descripciones ajenas en lugar de vivir en base a nosotros mismos. Y hay una historia muy simpática y significativa en este sentido:cuando una mujer alcanzó 100 años de vida y vinieron a cuestionarla, a entrevistarla los periodistas. Y le dijeron: “buena mujer, ha debido usted de llevar una vida muy plácida para llegar a los 100 años…” Y ella dijo: “no se crea, en absoluto; porque cuando yo era pequeña tenía que vivir en base a los sueños y deseos de mis padres; luego me casé y viví en base a los sueños y deseos de mi esposo. Tuve hijos y viví en base a los sueños y deseos de mis hijos, y ahora de mis nietos, y ahora de mis bisnietos, así que si yo volviera a vivir me haría paracaidista.” Entonces, de alguna manera todos nosotros estamos implicados en lo que no somos y tenemos que recuperar lo que somos a través, para empezar, de la autoobservación y de ir disolviendo la maraña, la urdimbre impresionante y colosal que todos hemos tejido de autoengaños de todo tipo. Esto forma parte del sadhana, es núcleo, médula del sadhana, las cuatro vías que tenemos que integrar y tenemos que recordar y sobre todo, practicar.
En el sadhana nos vamos a encontrar con las emociones. Emoción quiere decir movimiento, y esta mañana me preguntabais, por ejemplo, sobre la ira y otras emociones. La emoción va y viene; lo que hay que aprender es a no dejarnos atrapar por ella y también aprender, cuando sea necesario, a transformarla o ennoblecerla o sublimarla. Esto es lo que se llama en el budismo tibetano “transformar los enemigos en aliados.” Si somos capaces de ir desarrollando la conciencia testigo,que también forma parte del sadhana, iremos aprendiendo a no dejarnos arrastrar tanto por el tsunami de nuestras emociones negativas y las iremos descargando de toxicidad. Es un elemento de transformación básico. Se nos ha dicho: “no reprimas”, y entonces expande tus emociones negativas comoel que regala basura a los demás, pero ahí la técnica se llama la “contención consciente” y la “transformación”. Por ejemplo, cuando a Shiva, el todopoderoso dios del Yoga, Shiva, le dieron un veneno terrible para destruirlo y se representa Shiva con la garganta totalmente quemada y negra, él, por el poder de su mente, transformó el veneno en néctar. Pues un yogui o una persona que está en el sadhana y en el trabajo interior puede transformar el veneno de emociones tóxicas en emociones constructivas y positivas a través de la lucidez, a través de la compasión, luego aquello de “no reprimas” habría que cambiarlo por aquello de “suprime conscientemente aquello que te daña a ti mismo y aquello que daña a los demás”, porque no olvidemos que uno de los factores claves en la búsqueda interior es evitarnos sufrimiento a nosotros y evitar sufrimiento a las otras criaturas. Pues este trabajo de combatir emociones negativas y sobre todo su expresión es también muy importante, y tenemos que llevarlo a cabo en nuestra vida cotidiana.
Forma parte también de este trabajo interior, como os decía esta mañana, la práctica de las tres disciplinas:disciplina ética, que nada tiene que ver con la moral convencional… La disciplina ética se basa en que si tú quieres ser favorecido, favorece a los demás y si no te gusta ser perjudicado, no perjudiques a los demás. La segunda disciplina, la de concentración, es la de ir poco a poco trabajando la mente para que la misma mente que ata, libere;la misma mente que esclaviza, nos ponga alas de libertad. Y la tercera disciplina es la de la sabiduría, que quiere decir desarrollar un entendimiento correcto de las cosas como son para proceder en consecuencia. Es forma parte también del sadhana. Y forma parte del sadhana, como os decía, las tres autovigilancias:la vigilancia de la mente, la vigilancia de la palabra y la vigilancia de los actos. Y forma parte del sadhana el aprender a comunicarnos con los demás, no desde nuestro yo ficticio, que eso nos hace ir en paralelas que nunca se encuentran, no solo no hay comunicación, es que no hay comunión profunda, sino aprender a que el amor es relación y la relación es amor, y que tenemos que bajar las barreras para comunicarnos con los demás. Como decía el gran poeta Bergamín,“no pongas muros ni fosos ni vallas a tu corazón; es como está más seguro.” Y el cultivo de la compasión, y de la paciencia, y como veis el sadhana es extraordinariamente amplio. Es un trabajo de gran envergadura que tenemos que realmente acometer para ir poco a poco logrando, como os decía, que renazca una nueva psicología. En este trabajo a todas las herramientas hay que darles la bienvenida: el trabajo consciente sobre el cuerpo o Hatha Yoga, el trabajo del discernimiento puro o Jnana Yoga, el trabajo contemplativo o Bhakti Yoga, el trabajo de la acción consciente y más desinteresada o Karma Yoga, el trabajo para poner en marcha nuestras energías y poder interno o Kriya Yoga, el trabajo del conocimiento supremo o Vidya Yoga…¿Y por qué tantas modalidades de Yoga? Porque sondiferentes laderas para llegar a la misma cima de una montaña, y todas estas modalidades no son excluyentes, todo lo contrario: son incluyentes, y uno puede practicar Hatha Yoga y Raja Yoga y Karma Yoga en su vida diaria, y el discernimiento, Jnana Yoga, también en su vida cotidiana, y así poco a poco vamos disponiendo de toda clase de apoyos o soportes, que eso es, digamos de alguna manera, el trabajo interior, para ir poco a poco perfeccionándonos. Por eso os decía hoy, un poco tajantemente, que sin sadhana no hay nada, porque hasta lo que se han llamado Pachikabudas, que son los budhas que de repente ellos mismos han progresado y se han iluminado, hasta ellos, casos muy raros que prescindieron de todo método porque no sabían que existían, pero siguieron su propio sadhana, un sadhana si queréis intuitivo pero que les llevó a ese estado de máxima realización. Pero como los demás afortunadamente hemos heredado este gran legado de instrumentales espirituales, psicosomáticos y psicológicos lo ideal es que ya que han demostrado su eficacia – sino, no hubieran llegado hasta ahora -, podamos utilizarlos, y el sadhana es tan extraordinariamente amplio que luego elsecreto está en que incluso lo mas cotidiano lo convirtamos en un sadhana: preparar una taza de té, estar en la profundidad de una caricia, dar un paseo… Ya conocéis esa anécdota zen de cuando le preguntaron al maestro: “¿y cómo practicas tú la verdad?” Y dijo: “yo cuando como, como. Cuando duermo,duermo. Cuando paseo, paseo. Y cuando me muero, me muero.” Y se murió. Entonces eso es, de alguna manera, sadhana, el que todo se incluye para nuestro desarrollo interior.
Antes de pasar luego a otro coloquio y a una práctica de relajación profunda vamos a practicar ahora un poco de meditación
Como muchos de vosotros me habéis dicho que no habéis meditado es importante que digamos los requisitos básicos de la meditación. La meditación es una práctica. Como tal práctica, requiere, exige unos requisitos. Estos requisitos no son difíciles; si se hacen difíciles porque nuestra mente los sabotea una y otra vez, pero en realidad, si uno los asume, son relativamente fáciles. Es tener una postura erguida: ¿por qué? No es por tradición, no es por superstición. Si uno está erguido, es más fácil no dormirse, para empezar, se distrae uno menos y la sangre y la energía fluye mejor al cerebro. Un requisito, pues, es estar erguido. Otro requisito es la respiración. Hay que hacer una respiración tranquila, no ejercicio respiratorio. Si no hay obstrucción nasal mejor por la nariz, porque eso conecta con el sistema nervioso y lo calma y lo apacigua. Y luego lo más importante: la mente. El gran problema es la mente, porque la mente siempre quiere estar donde no estamos. Es muy conocida esa historia que seguro que es además muy tópica, pero es muy significativa, cuando un discípulo va al maestro y le dice: “maestro, me voy a ir a meditar 6 meses al bosque. Dame, por favor, un tema de meditación.” Y el maestro le dice: “medita en todo lo que quieras menos en monos.” Vuelve seis meses después el discípulo a visitar a maestro y el maestro le dice: “¿qué tal te ha ido?” Y dice el discípulo: “estoy verdaderamente desolado… en lo único en que he podido pensar es en monos.” Pues de alguna manera así es la mente, siempre está disgregándose, dispersándose. Está en la naturaleza de la mente en principio, como en el fuego quemar, en la mente dispersarse. Por tanto no hay que desesperarse; lo que hay que hacer es estar a ejercicio. El instructor, en este caso yo, te da una serie de ejercicios, te los detalla y te mide luego los tiempos para que tú puedas absorberte totalmente en el ejercicio y abstraerte del tiempo. Y hay ejercicios más fáciles, hay ejercicios más difíciles, pero lo que todos vamos a comprobar enseguida es que la mente va y viene, está siempre en sus ires, en sus venires, y que nosotros, con paciencia, y a la vez firmeza y diligencia tenemos que ir reeducando la mente, llevándola una y otra vez a ejercicio. Y nadie espere que al empezar la meditación y al seguir con ella va a levitar, ni a ver luces, ni a escuchar sonidos místicos… ni siquiera a sentirse bien, porque la meditación, si es tormentosa, también ayuda mucho, porque eso quiere decir que tienes que tener más control y que ahí tienes que meter mucho la ecuanimidad. Hay veces que llega la gente a clase, y da una clase y se lamenta, y me dicen: “Ramiro, pero es que a mí me habían dicho que la meditación es muy relajante y estoy totalmente desasosegado.” Y le digo: “Pero para relajarte un baño caliente, un Valium, pero no la meditación…”Otros dicen: “es que yo creía que la meditación era muy placentera.” Y yo les digo: “pues pregúntaselo a Buda que adelgazó tanto que se le veía hasta el esqueleto…” Otros te dicen: “es que yo pensaba que en la meditación iba a tener cosas muy interesantes, de repente voces, colores, revelaciones místicas…”, pero eso no es la meditación, eso es un poco lo que nos han podido vender a veces que es la meditación. La meditación es un encuentro consigo mismo, y no sé si sabes que se ha hecho un estudio donde se ha encuestado a muchas personas y se ha visto que la mayoría de las personas no logran estar ni siquiera tres minutos solas con ellas mismas. Tienen que poner whatsapp, encender la radio, la televisión, leer el periódico, abrir un libro, charlar con la vecina o todo ello a la vez, entonces al final lo que pasa es que tenemos una enorme incapacidad para estar con nosotros mismos. Hay personas que me dicen: “Ramiro, fíjate: ayer tuve toda la tarde libre en casa y no sabes cómo me aburrí, pero preferí aburrirme a meditar.” Otros te dicen: “Ramiro, ayer me puse a meditar y todo el rato llorando.” Y yo les digo: “practica la meditación del llanto, conscientemente llora que eso te limpia el alma.” Pero hay una gran dificultad para estar con uno mismo, y hay que ir poco a poco venciendo esa resistencia para poder meditar.
La meditación no es divertida, en absoluto. Para entretenerse y divertirse hay otros medios. La meditación es transformativa. Y si la meditación no transforma, en realidad es que ahí algo falla. Le preguntaron a un maestro hace unos años… recuerdo aquella anécdota porque luego me la transmitió un amigo que vivía en Londres. Al dar él una conferencia alguien se levantó y le dijo: “maestro, pero es que yo me aburro mucho al meditar.” Y el maestro, que llevaba 40 años meditando, dijo: “toma, y yo también.” O sea que tampoco hay que pensar que la meditación tiene que ser divertida, porque entonces ya vamos con un concepto. Lo importante de la meditación es que te da ecuanimidad. ¿Hay dolor? Está el dolor ahí. ¿Hace calor? Hace calor, y si hace frio, hace frio. Si uno no crea conflicto y se sirve de la ecuanimidad todo se incorpora a la meditación, y vamos poco a poco día a día dándonos cuenta de que la meditación deja como una impregnación en nosotros que es lo que va transformando nuestro carácter, nuestra forma de ser y nuestra relación con nosotros mismos y con los demás.
Soy partidario de que muchas sesiones de meditación comiencen con ejercicios de atención a la respiración. No es pranayama, hay que respirar con toda naturalidad y es como comenzaremos. ¿Por qué son tan importantes estos ejercicios? Por varias razones. Primera, en lo esencial todos somos seres respirantes. Antes de conceptualizar, antes de caminar o de hablar lo que ya todos hacíamos de bebés era respirar, luego la respiración es esencial en nosotros. Somos, repito, seres respirantes. Segundo, la respiración siempre está presente. Una cosa es la respiración que pasó y otra es la que va a venir, pero cada vez que tú sientes la respiración estás aprendiendo a conectar con el presente, lo cual es esencial, es una escuela luego para la vida diaria. Otro factor importante: la respiración nos va vaciando de ideas, de conceptos, de pensamientos. Siempre le estamos dando a la manivela del pensamiento: pues a través de la respiraciónnos vamos poco a poco calmando, y por si todo ello fuera poco, la respiración, como conecta con todo nuestro ser, se vuelve también como un vehículo para llegar a lo más íntimo de nosotros. Esta mañana os hablaba del VijnanaBhairavaTantra, donde se pone especial intento en cortar el pensamiento para ir más allá del pensamiento. Pues los ejercicios de atención a la respiración nos ayudan a todos a encontrar en la película del pensamiento rendijas entre los fotogramas para entrar un poco más allá del pensamiento.
Vamos entonces a hacer dos ejercicios del grupo de atención a la respiración. Vamos a hacer luego un ejercicio que llamamos “hallar refugio en el propio corazón”; esta mañana hablábamos del corazón y ahora os voy a hablar un poco de la sabiduría del corazón, y vamos luego a hacer el ejercicio para introspectarnos, que se llama “la meditación en el Ser”. Vamos a centrarnos en estos cuatro ejercicios. Yo os los iré detallando y luego guardo silencio para que vosotros los vayáis poco a poco practicando. Luego, como os decía, hacemos otro enjundioso coloquio y luego hacemos una sesión de relajación profunda.
A propósito de la sabiduría del corazón. El corazón se puede entender como un órgano fisiológico, pero se puede entender también como un centro espiritual. A lo largo de todas las místicas siempre ha existido esta sabiduría del corazón. Aquí tenemos a RamanaMaharshi que nos decía que además del corazón fisiológico hay, al lado, el corazón energético o el corazón espiritual, y él invitaba a recogernos en ese corazón espiritual. Todos los antiguos místicos hacen referencia a la cueva del corazón, a la gruta del corazón donde podemos recluirnos y hallar reposo. Y a lo largo también de la historia se ha hecho referencia al Anahata chakra, el chakra del corazón. Ese chakra, cuando además poco a poco vas aprendiendo a interiorizarte en ese foco de energía, se empiezan, dicen los yoguis, a escuchar sonidos muy sutiles en el oído izquierdo, sonidos muy, muy sutiles que son debidos al movimiento de determinadas energías, en sí mismas también muy sutiles. Pero no hay que buscar esos sonidos, si vienen pues simplemente se incorporan a la meditación. El corazón, asimismo, es simbólicamente el foco o la sede de la emoción, del sentimiento y la compasión como el chakra que hay en el entrecejo, el Ajna chakra, se dice que es la sede de la intención pura y la visión correcta. De ahí que esta mañana hacía referencia al tercer ojo de Shiva y de Buda, que simplemente es un tipo especial de visión unificada que está más allá de la bifurcación del pensamiento binario o el pensamiento conceptual. Así que por aquello, como hemos dicho, que vale más un gramo de práctica que toneladas de teoría vamos entonces a hacer la meditación.
Erguidos. Las manos donde las sintáis más cómodas. Cuando uno dice erguido no quiere decir tenso. Aprovecho para los que practicáis asiduamente meditación, también un poco para poneros al corriente de por qué se adopta esta postura de meditación. No es gratuita, tiene también su sentido simbólico. Como os decía esta mañana, por el signo más allá del signo, por el mito más allá del mito. Hace 7.500 años, en una de las excavaciones en la India se descubrió un sello de cerámica donde aparece un yogui, un Shiva, sentado. Quiere decir, fijaros, que durante miles de años se ha adoptado esta postura de meditación. Y la gente dice: esto es exótico. Claro que se puede hacer la meditación sentado, hasta de pie, lo que fuere… pero os voy a explicar un poco el significado de la meditación en esta postura. Nosotros, todos somos centrífugos, estamos muy centrifugados; siempre todo hacia fuera, hacia fuera, incluso el pensamiento siempre está hacia fuera. Esta postura nos centripeta; es como un volumen, una esfera que te cierra en ti mismo y esa energía centrífuga se centripeta y va hacia uno. Se dice que las nalgas deben estar firmemente apoyadas en la tierra, lo telúrico, y que con la cima de la cabeza es como si uno quisiera tocar el firmamento, lo ultrasutil, y que así la columna vertebral homologa a Merudhanda, que es la columna vertebral del universo. Y esta postura ya se ha vuelto un arquetipo, sabéis que en todas las esculturas religiosas de Oriente siempre aparece una postura, Yoga de este tipo para la meditación. Muchas veces ese arquetipo se funde de tal manera con nosotros que también nos ayuda: de la misma manera que hay personas que para motivarse pues leen un salmo, o una jaculatoria, o cantan kirtans o bhajans, o ponen una varita de incienso o lo que fuere pues la propia postura ya en sí misma es motivadora, porque sabemos además que la han utilizado todos los grandes meditadores del orden.
Solo hay un real obstáculo en la meditación, solo uno, que es la somnolencia o el soporte, porque meditamos para despertar la conciencia y si nos dormimos es la contra-meditación. Así que si en un momento dado experimentáis sueño lo que tenéis que hacer es abrir los ojos.
Tomemos unos instantes….
(Práctica Meditación guiada)