En los últimos años España ha pasado a ser uno de los principales importadores mundiales de panga.
El panga es fácil de comer, no tiene espinas, ya que viene procesado, y es rápido de cocinar. Quizá estas son las características por las que su consumo y venta ha aumentado tanto. Sin embargo es un pescado que no está exento de polémica.
Es un pescado de acuicultura que se cría en el río Mekong, uno de los ríos más contaminados de Vietnam. Contaminación que aumenta debido a la acuicultura intensiva de este pescado.
En varias comunidades autónomas españolas se está pidiendo que se deje de servir en los colegios e incluso un supermercado ya ha dicho que dejará de vender esta especie “por las dudas que existen sobre el impacto de las granjas de panga en el medio ambiente».
El consumo de panga conlleva la de destrucción del medio ambiente porque se está destruyendo manglar para poner más granjas.
El panga pasa todos los controles sanitarios y de aduanas y no vulnera la ley. Pero, ¿hasta dónde influyen las empresas en establecer unos niveles altos de estos antibióticos?
Comer este pescado tan barato hace que su producción se abarate, para lo que no se están pagando sueldos dignos ni condiciones dignas de trabajo.
Se ha utilizado el panga para sustituir el lenguado, el mero, el aligote e incluso el cazón y su importación hace que se abaraten los precios y se pierda el sector pesquero en España.