Por Luciano Guccione.- Coexisten la bioenergía de vida, que permite la reproducción celular y la de muerte, que da a la célula la orden de parar su reloj biológico. Nos sanan o nos enferman dependiendo de la proporción en la que se encuentren.
Estas dos energías se fijan y circulan sobre las moléculas de agua que constituyen el 70% de nuestro cuerpo .Cuando ingerimos frutas y vegetales frescos estamos incorporando una proporción de 95 % de energía de vida y 5% de energía de muerte. Cuando se ingiere carne esta proporción cambia y es de 65 % de energía de muerte y 35 % de energía de vida (un animal en pie 95% energía de vida – 5% energía de muerte, pasa a la faena y aquí es cuando esta proporción cambia).
Cuando por ejemplo comemos una fruta es nuestro ser neuronal el que la mastica en el mundo de las tres dimensiones y obtiene de ella todos sus nutrientes alimentando nuestro cuerpo físico. Por otro lado, el ser bioenergético, extrae del agua de la fruta toda la bioenergía, es decir que al ingerir un alimento el ser neuronal se alimenta de los nutrientes del mundo tridimensional y el ser bioenergético se alimenta de la bioenergía que este alimento contenga.
Nuestra nutrición bioenergética no se limita a los alimentos que ingerimos, también es incorporada a través de los líquidos, del aire, de la planta de los pies, de toda la superficie de nuestra piel y del porcentaje en que incorporemos esta bioenergía de vida, nuestra salud, en la comprensión más holística, se verá favorecida o desfavorecida.
Por la misma razón que existe un sistema digestivo físico también existe un sistema digestivo de la bioenergía de vida ubicado en el diafragma, que son los dos catalizadores que permitirán esta digestión, la energía cósmica y la telúrica.
Por otro lado, las energías de muerte, en un sistema digestivo bioenergético que funciona correctamente, se descartan directamente por el tránsito intestinal, mezclándose con las deposiciones.
El mayor índice de vitalidad que posee un ser humano es del 95% de bioenergía de vida y 5% de bioenergía de muerte. Cuando esta proporción cambia y la bioenergía de vida disminuye aumentando así la bioenergía de muerte, se inicia un estado de alarma en donde desequilibrios de diferente índole comienzan a suceder.
Es importante saber que al detectar problemas energéticos con antelación suficiente, tendremos oportunidad de corregirlos y prevenir posibles causantes de trastornos fisiológicos, psicológicos y espirituales.