Por Damián Daga.- Vivimos y actuamos -en la mayoría de los casos- de forma compulsiva. Donde hay compulsión, no hay reflexión. Donde hay compulsión, hay un absoluto dominio del Ego, la búsqueda se centra en el exterior, se basa en «cosas», «momentos», «situaciones», «emociones», «ideas»… Cuando no tiene por qué basarse en nada más que en el más sabio axioma: «Conócete a ti mismo».
El mejor adjetivo para describir a nuestra sociedad moderna occidental es, sin duda, «compulsiva».
Perdemos miles de horas de nuestro tiempo y energías enormemente valiosas en saturarnos de cosas que no necesitamos, empezando por los pensamientos.
Nos enrolamos en una búsqueda incansable de «algo» o «alguien» hasta caer en la obsesión y la ofuscación, nos descentramos.
Perdemos el verdadero enfoque porque nos focalizamos hacia el exterior -en lugar de hacia el interior de cada uno de nosotros, donde reside lo que de verdad importa-.
Todo lo que necesitamos lo llevamos dentro, es lo único que nos quedará cuando abandonemos este mundo. Así pues, centrémonos en «enriquecernos» de esto que es «espacio infinito e inabarcable» y que realmente nos define como somos.
Nada de lo que busquemos fuera nos dirá lo que realmente somos:
-El conocimiento nos dará erudición, pero no sabiduría -pues la sabiduría proviene del silencio, de la observación-. La erudición proviene de la compulsión, pues es una absurda colección de informaciones de lo más variadas que, en la mayoría de los casos, nos son inútiles, ocupando un espacio de nuestra mente que podrían ocupar perfectamente cosas más valiosas (como las experiencias vitales que nos hacen aprender y mirar hacia el interior).
-Lo mismo ocurre con el materialismo, que genera desigualdad, escasez, injusticia…
-Y qué decir del quid de la cuestión: los pensamientos y emociones compusivos, que generan obsesión, obcecación, paranoia…?
En definitiva, dejemos atrás la banalidad, la vanidad, el egoísmo, la sensualidad… el culto a la forma que nos hace olvidar el fondo, y viviremos con mayúsculas. Ahí residen la conciencia y la consciencia.
No necesitamos tanto, pues -en el fondo- esta vida no trata de «lo que tenemos», sino de «lo que somos» y «ser» plena y realmente, no lleva ningún título o adjetivo aparejados. Tan solo hay que sentir más y pensar menos.
Un afectuoso saludo.