En las ciudades, ya prácticamente no queda espacio para la naturaleza y se prevé que, en 2050, la población urbana aumente en 2.500 millones de personas. Por eso, es vital que los árboles sean vistos como algo más que una cuestión estética y la realidad es que tienen una significativa importancia.
Los árboles regulan los microclimas, filtran la contaminación del aire, absorben Co2 y previnienen las inundaciones repentinas. Además de todo esto, también tienen cualidades como la mejora de la biodiversidad y, lo más importante; está demostrado que cuando la naturaleza acompaña nuestro entorno, los seres humanos experimentamos niveles más bajos de estrés y enfermedades mentales. Sin embargo, ellos a menudo luchan contra entornos opresivos en las ciudades: Sus raíces son asfixiadas por las tuberías o aparcamientos subterráneos, carreteras y contaminación, por no hablar de la falta de agua.
Ecologistas, agentes forestales, climatólogos y activistas medio ambientales proponen una solución: involucrar a los ciudadanos en el cuidado de los árboles urbanos. Animan a crear programas de enseñanza que permitan a los habitantes de la urbe convertirse en cuidadores oficiales de los árboles; podarlos, regarlos cuando no llueva lo suficiente o incluso trasplantarlos en caso necesario.