Durante muchos años se creyó extinta, pero, afortunadamente, la tortuga de techo birmana fue redescubierta en 2002.
La particularidad de esta pequeña tortuga tan famosa es su distintiva boca sonriente, ojos saltones y hocico hacia arriba (se dice que es el reptil, si no el animal, más sonriente del planeta).
La buena noticia es que, tras 18 años de trabajo por la conservación del animal, se ha hecho un recuento que asciende ya a 1.000 especímenes. Hasta ahora estaban en cautiverio, pero, algunos de ellos, están siendo liberados y devueltos a la naturaleza. Su destino es incierto, porque solo hay cinco o seis hembras adultas en libertad y quizá un par de machos, pero existe al menos una esperanza de repoblación que se creía perdida para la especie.
Aún nos queda muchísimo trabajo por hacer, como seres humanos, para dejar de afectar negativamente a nuestros vecinos animales con nuestro poco respetuoso modo de vida. De las 360 especies de tortugas conocidas, el 60% de ellas se consideran en “serio peligro de extinción”.