Por Mauro Ferreira.- «Le grité porque me habló mal», esta es una frase que no nos sorprendería escuchar de un amigo o de nosotros mismos, argumentando el «por qué» de nuestra actuación.
La pregunta que surge aquí es: ¿Dónde está la libertad en esta expresión? Si le grité porque me habló mal, se puede decir que quien decidió mi grito fue quien yo creo que me trató mal, sería algo así como «me hizo gritar».
La consciencia es ese espacio que puedes crear y honrar entre el estímulo y la respuesta. Si este espacio no existe, no estás haciendo uso de tu libertad, sino que eres un autómata que va por la vida reaccionando, justificando la actuación por el contexto y las decisiones de los demás.
Cuando eres consciente del estímulo, y puedes tomarte un instante extra para responder, puedes ser consciente de que la reacción automática no es la única posibilidad, allí puedes preguntarte:
¿Qué persona quiero ser cuando este estímulo aparezca en mi vida?
¿Qué respuesta estaría en línea con la versión que quiero manifestar?
¿Cómo me voy a sentir con la nueva respuesta que voy a elegir?
¿Qué harían las personas que admiro ante este desafío? ¿En quién me quiero convertir gracias a estas experiencias?
Cuando habitas ese espacio entre el estímulo y la respuesta, y en lugar de reaccionar por impulso, lo llenas de lo que quieres ser, comienzas a saborear la libertad.
La consciencia es la materia prima de la libertad y de la responsabilidad, siendo responsabilidad la «capacidad de responder» (en lugar de reaccionar).
La consciencia es la llave de la libertad, cuanto más consciente eres de que la vida que creas depende de ti, más posible es transformarte en la persona que tanto anhelas Ser.
Has venido a este mundo a expresar tu mejor expresión y gozar de paz interior, usa tu consciencia como vehículo para hacerlo realidad.