Por Damián Daga.- El mundo es como lo vemos, todo es percepción nuestra, nosotros creamos la realidad y reflejamos la realidad que creamos.
Cada cual tiene un modelo diferente de gafas.
Es evidente que los problemas que en el mundo ocurren están interrelacionados y que hay élites políticas y financieras causantes de éstos. Lo cual no tiene por qué significar -y ya habrá quien me esté tachando de «ingenuo»- que existan malvados planes de dominación mundial, a cada cual más absurdo (sociedades secretas, extraterrestres, satanismo…). La verdad y la mentira se mezclan para crear todo tipo de teorías de la conspiración, al igual que se mezclan para crear «verdades oficiales» y una «historia oficial» tan distorsionada como las «historias alternativas» que los teóricos de la conspiración pretenden contarnos.
En tal caso, la intención de las élites es clara: más poder para más dinero y más dinero para más poder, nada más. Esa es la base del capitalismo, el único problema real. Además, quienes están «enganchados» al dinero y al poder en grandes cantidades, pierden la noción de la ética, de la moral e incluso de la realidad, y se rinden al Ego en sus peores formas: perversiones sexuales, adicciones de todo tipo, actitudes despóticas y totalitarias… Así ha sido siempre: quien vive de la materia, se aleja del espíritu y viceversa.
Quienes tienen el «hobby» de inventar elaboradísimas conspiranoias son personas necesitadas de atención, de vidas aburridas y frustradas, que no encajan con la sociedad y necesitan buscar culpables, disfrutando de crear distopias terroríficas -bastante terrible es ya el mundo- y alimentando su Ego, llamando la atención y sintiéndose «realizadas» de esa forma.
La solución es siempre la misma: SER CONSCIENTES, SER NOSOTROS.
NADIE, POR MUCHO PODER Y DINERO QUE TENGA, PODRÁ QUITARNOS LA VERDADERA LIBERTAD -LA QUE LLEVAMOS DENTRO-.
Así pues, no vivamos amedrentados por amenazas irreales.
Desde mi punto de vista, el futuro no es tan negro. Después de todo, hasta ahora, nunca habíamos tenido tanto acceso al conocimiento, a la verdad y, por tanto, a LA LUZ DE LA CONCIENCIA, ¿cierto?