
Por Juan Vicente Osorio G.- ¿Te gusta tu película?
Para muchos la vida es un conjunto de acontecimientos caprichosos ante los cuales se debe hacer todo lo posible para salir airosos. Si las cosas salen bien o mal, probablemente sea por la buena o mala suerte que cada persona crea que tenga. “Unos nacen con estrella y otros estrellados” es un dicho popular que bien podría reflejar esta percepción.
Casi todos nos hemos pasado gran parte de nuestras vidas como actores o actrices de una película en la que creemos ser títeres que se mueven según los caprichos del guionista, del director y del productor. Si algo malo nos pasa, es culpa del guión que esa otra persona creó y nosotros no podemos hacer nada. Nos gustaría hacer comedia o una película romántica, pero nuestro personaje es el protagonista de un drama que parece no tener fin. Muchos ven el drama como su rol natural y ese es el tipo de papeles que interpretan durante toda su vida. Acá el “victimismo” está a flor de piel. Es el personaje que el ego nos ha hecho creer que somos, tratando de hacer lo mejor posible para encajar y ser exitoso.
Dependiendo de los aprendizajes obtenidos durante la niñez, ese personaje puede crecer con una percepción de no merecimiento y asumir un rol secundario en la historia de su propia vida o ser el protagonista principal en una historia en la que nunca obtiene lo que desea. Somos responsables de todo lo que está en nuestro mundo, porque así lo hemos creado, pero desde las memorias e información que hemos acumulado en el subconsciente. Proyectamos fuera todo lo que experimentamos en nuestro interior.
Todo lo que sucede en nuestras vidas lo miramos desde el filtro de un sinnúmero de creencias limitantes y parcializadas que no nos dejan ver el amplio espectro de oportunidades que tenemos para crecer y ser felices. Vemos un mundo que no nos dá muchas opciones y por lo tanto estamos creando una vida con pocas opciones.
Una de las frases célebres de Descartes dice: “Mi vida estuvo lleno de desgracias, muchas de las cuales jamás sucedieron”. Vivimos en conflicto porque tenemos miedo, pero quien realmente tiene miedo es el personaje que creamos para hacer frente a ese mundo imaginario que nuestro ego nos hace ver.
El hecho es que tarde o temprano nos damos cuenta de la verdad y empezamos a tomar conciencia de que somos 100% responsables de todo lo que nos sucede. Este puede ser un proceso bastante traumático pues significa echar por tierra muchas de las estructuras sobre las cuales hemos cimentado nuestras vidas. Es quitarle el control al ego y dejar que el Ser que realmente somos tome las riendas, para que nosotros, y no nuestros personajes, tengamos la vida perfecta y con propósito que merecemos.
El acto de soltar es liberador y nos da la posibilidad de fluir con mucha más comodidad ante la vida. Soltar todo aquello que no nos da paz y se ha convertido en una carga que arrastramos todos los días: apegos, creencias, rutinas, relaciones, etc. No podemos crear una nueva realidad cuando seguimos apegados a otra. Hay que abrir espacio para que todo lo nuevo llegue.
Cuando nos damos cuenta que nosotros somos a la vez el guionista, el director y el productor de la película, tenemos la maravillosa oportunidad de cambiar lo que queramos y crear una obra maestra basada en la vida que deseamos.
¿Ahora qué película vas a hacer?
Hola, Juan Vicente,
El libro que escribí hace unos años te permitirá profundizar un poco en este tema 🙂
Hola Jessica, gracias por tu comentario.
Dime por favor el nombre del libro para poder buscarlo. Profundizar en este tema es de mucho interés para mi.
Gracias de nuevo.
Juan V.