Por Luciano Guccione.- La energía ligada a la vida, en terapia akáshica la denominamos bioenergía. Es conocida en otras culturas con diferentes nombres como prana, consciencia cósmica, vril, magnetismo universal. Su naturaleza es única pero de doble polaridad.
Se presenta bajo la forma de pequeños filamentos y se apoya y circula en el medio donde se mueven las fuerzas que relacionan los contrarios. Por ejemplo: entre la materia y el vacío, la fuerza que en el chakra del corazón del hombre opone el egoísmo al altruismo, el límite entre el blanco y el negro, la luz y la oscuridad, la vigilia y el sueño, etc…
En el ser humano, las pistas por donde circula esta energía están ligadas a las moléculas de agua.
La bioenergía es incorporada a través de los alimentos que ingerimos, sólidos, líquidos, por el aire que respiramos y también por toda la superficie del cuerpo, en particular mediante los chakras y el ombligo, luego mediante el sistema digestivo bioenergético es procesada, refinada y lista para ser utilizada transformándose en Kundalini, esta energía inteligente realizará su recorrido en los cuerpos sutiles, meridianos, chakras, glándula pineal, sirviendo así de alimento al Ser Bioenergético.
Esta naturaleza sutil es el origen de que apenas el 2% de la consciencia more en el cerebro neuronal (neurofisiológico) mientras el 98% restante se encuentra disperso por varios otros lugares del cuerpo energético.
Lo que concierne a lo material y concreto depende de la consciencia neuronal y lo que concierne a lo abstracto e inmaterial se apoya sobre la consciencia bioenergética.
Con el entrenamiento y técnicas adecuadas, a esta energía es posible direccionarla, manejarla y acrecentarla ya que obedece a la consciencia humana por ser la base de su composición fundamental.