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De la ilusión a la magia de ser Reyes

mindalia-reyesPor José Antonio Cordero.- Pocas cosas hay tan bonitas como la sonrisa de un niño o de las personas amadas.

Con gusto siguen los padres la tradición de los Reyes que tan felices hacen a los hijos. Hasta los telediarios dan como noticia real de la llegada de los Reyes Magos y los niños se entusiasman. En secreto se empaquetan regalos hasta para los mayores y al despertar se abren los paquetes. Todo lo que sea alegría para el hogar es y será siembre bienvenido. Nada se cuestiona, excepto cuando se valoran los regalos y se critica a quienes regalaron calcetines y camisetas en vez de otras cosas.

La palabra magia abunda en nuestra cultura. Regalar siempre es bonito, y más que bonito es saber valorar y agradecer los regalos. Precisamente este punto es en el que menos hincapié se hace. Porque recibir y no valorar es de no ser buen receptor.

Cualquier regalo siempre es inferior al espíritu que lo envuelve.

¿Alguna vez se ha pensado en tener el poder mágico para colmar de regalo tras regalo y que nada falte a la persona amada? Gusta ser los magos de dar dinero, casas, placeres, comidas, todo, todo y todo. ¿Alguna vez ha pensado el que regala tanto, si lo hace para ser valorado o admirado?… Ven, que te voy a dar estoy y eso, y dime qué más necesitas. ¿Será otra forma de engordar el ego? En el caso de regalar a los niños el ego no existe porque ellos piensan en los reyes y no los padres o amigos. En el caso de regalos entre mayores que sean ellos los que piensen por qué lo hacen, si es por necesidad, complacencia o servidumbre.

Hay regalos tan bonitos que sólo el corazón conoce la razón y hay regalos bonitos que ni la razón conoce.

Venimos arrastrando unas costumbres que deberían ser bien analizadas. A los niños se les motiva inconscientemente el deseo de pedir, y luego lo hacen constantemente. El peligro reside en la falta de valoración y apreciación. Nuestra cultura padece de un grave enfoque, se pone mucho más la atención en desear que en merecer, cuando debería ser completamente al revés. Incluso religiosamente se pide ‘dame el pan nuestro de cada día’. Tantas repeticiones de exigencias y actitud pedigüeña es una característica que bien define nuestras costumbres. Y del pan se pasa al trabajo: dame trabajo y además bien remunerado. La sociedad basada en el pedir más que en merecer, saber, encontrar o emprender es peligrosa porque se empobrece y esperan que otros solucionen los problemas.

La costumbre de pedir no debió convertirse en un derecho constitucional. Visto de otra forma: a la naturaleza no se le debe exigir cada día, ni recordar aquello que necesitamos. A una madre no hace falta recordarle las cosas que necesitamos, ella sabe, no hay que insistirle constantemente. Y mucho más si sabe que los que los excesos en regalos convierten a su hijo en un pelele.

La vida espiritual dio un mal giro igualmente y se está mendigando a Dios continuamente. La vinculación con el Padre no se realiza a través del pedir, y venga pedirle, y exigirle que ‘no te olvides de mí’, o ‘no me abandones’. No es el hijo el que debe estar llamando continuamente a la puerta de los Padres, no, esa actitud es completamente equivocada. Y además la criatura golpea la puerta con el puño cerrado, tan cerrada como su actitud egoísta.

Más le valdría al hombre de bien que busque la forma de hacer más cada día por sí mismo, que haga más por abrir sus puertas (corazón y mente) y abrir completamente las ventanas (sentidos), porque la Luz del Padre se cuela nada más abrir nuestra puerta y no la suya, porque Él no tiene puertas ni cerrojos.

La mente caprichosa acostumbrada a pedir es tan astuta que si le dicen que tiene que abrir todo y perdonar todo, hace ipso facto sus ‘decretos’ mentales y como si de una pizarra se tratare borra sus ‘pecados’ y para que ‘se siente liberada de todo mal’. Así crea su magia, se convierte en el nuevo Merlín. Mientras continúe su endógeno alucinamiento sus reyes existirán, pero llegará el despertar a la realidad y el llanto aparecerá con un: ¿ohhh, por qué me has abandonado?

El mundo de la magia de los reyes hagámoslo, si queremos, pero sepamos ver la realidad siempre por encima de todo engaño, porque al final los engañados somos nosotros mismos.

Desear es innato al hombre, desearte lo mejor es bonito, pero mis deseos no hacen mucho más por ti, es más cosa tuya.

Los deseos deben ser muy posteriores al merecimiento que vienen de la apertura y entrega, de una vida dedicada al progreso diario y a una actitud ligada firmemente a la “Ley Natural”, que sería lo mismo que estar ligado a “La Voluntad de Dios”.

Levantarse cada mañana sin tener marcado un plan es deambular por el día y perderlo. Las marcas de los objetivos deben ser altas pero siempre reales y no dejarse llevar por la chiquillería del pasado y pedir aquello que correspondería más adelante. Vivir en una chabola y pensar vivir en unos meses en una mansión de puertas de oro puro sería una chiquillería considerable. Vivir angustiado mentalmente y con un cuerpo castigado por comidas y demás, y querer de ipso facto liberarse de todo, ser consciente de todo y vivir la abundancia de la vida sería una chiquillería considerable.

 CITA CON LOS GRANDES

“El regalo tiene la categoría de quien lo hace” -Ovidio

“El regalo más valioso que podemos ofrecer a otros es nuestra presencia” – Thich Nhat Hanh

“Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos. No obstante el regalo más valioso que se les puede dar, es desarrollarles la conciencia.” -John Gay

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