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Dejá el mundo como está, que está hecho a la medida

Por Loana Ascárate.- Vivimos nuestra “vida” pensando…»no me alcanza el dinero”, “mi trabajo no me gusta”, “no me da el tiempo para combinar trabajo, diversión y descanso” en fin, estamos de aquí para allá, apurados, haciendo trámites, se rompe algo en casa y hay que arreglarlo, los miembros de la familia están cada uno en la suya; uno está angustiado y llora, el otro tiene problemas con el lavarropas que se rompió, el perro no para de ladrar, nos ponemos histéricos porque a alguien se le ocurrió poner el dedo en el timbre a las 12 del mediodía  y no sacarlo por un minuto y medio, y pensamos… ¿Es que “la gente” no tiene coherencia?

Ahora bien, en lugar de iniciar el día con un círculo vicioso de baja vibración yo digo ¿a nadie se le ocurrió pensar para qué está sucediendo todo eso en nuestra vida? La frase que nunca falta es: “por qué siempre me pasa esto a mí” El “por qué” siempre tiene que ver con buscar la causa de lo que nos sucede y tendemos a querer comprenderla y a racionalizarla, mientras que el “para qué” me está diciendo que tengo algo que aprender de lo sucedido, que hay algo en mi interior que se ve reflejado en el mundo exterior y que si no lo viera reflejado no tomaría conciencia de ello.

No logro entender al Ser Humano, ¿de qué nos sirve saber por qué nos pasan las cosas si no vamos a aprender de eso? En tanto, si identificamos qué tenemos que aprender de lo sucedido seguramente cuando tomemos conciencia no nos volverá a suceder. Se llama; aprender de nuestros espejos.

Nos ocupamos más de vivir en el caos permanente que de disfrutar el MILAGRO de la vida, porque no estamos conscientes de que la vida es justamente eso UN MILAGRO y de que cada instante que respiramos es mucho más valioso que vivir estresados por las cosas que juzgamos como “malas”. Nos quejamos permanentemente de la vida que llevamos, de que no somos felices y culpamos a la mayor cantidad de gente posible de eso, ya que no somos capaces de asumir el 100% de responsabilidad.

Cuando empecemos a asumir toda la responsabilidad por lo que nos toca, nos sentiremos capaces de tomar la decisión de cambiar la percepción con la que vivimos determinada situación. Esa decisión no la tiene que tomar el resto de las personas, la tengo que tomar yo y sólo yo. En todo momento del día decido si vivo cada experiencia desde el punto de vista de la paz o del rencor, independientemente de las circunstancias y nadie puede decidir eso por mí.

Si es tan fácil de hacer,  ¿por qué sigo viviendo desde la perspectiva del caos? ¿me gusta vivir así? ¿O lo hago porque es lo socialmente aceptado? Cuando vemos a una persona que irradia mucha paz y que nada parece afectarlo decimos: ¿acaso no tenés sangre, no tenés corazón? la juzgamos. Pensemos, ¿en qué me puede afectar a mí que una persona se encuentre en ese estado?, ¿empeorará mi situación, me influye en algo? Ahí comprendemos que en vez de juzgarla debemos integrar esa paz e incorporarla a nuestras vidas.

Por supuesto que para vivir con esa filosofía de vida tengo que querer hacerlo, tomar la decisión. Vivimos queriendo “controlar” lo que hace “el otro” cuando no podemos controlarnos ni nosotros mismos, esto es algo muy curioso, así que he decidido hacerle caso a una sabia persona; ya lo decía mi abuelo “dejá el mundo como está que está hecho a la medida”.

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Un comentario

  1. Jacqueline Noé

    Artífices de nuestro destino. Hacernos responsables de nuestras decisiones, hacernos cargo aunque el resultado de haberlas tomado no sea el esperado, el que hubieramos deseado. Vivir con conciencia de que la vida es un maravilloso regalo y que de todas nuestras vivencias ( dulces y amargas) aprendemos. Cada vivencia puede fortalecernos o debilitarnos, colmarnos de alegria o de infinita tristeza. La decisión está en cada uno.

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