Descansa en paz, mi buen amigo Excalibur

Por Ramiro Calle.- Me espanta, me inquieta, me repele, me indigna, me asquea lo que en un tiempo record, sin humana reflexión, y neciamente, ha ordenado un juez hacer con Excalibur. Por un lado se ha matado a un ser completamente inocente y, por otro,  se ha privado a la ciencia de investigar hasta qué punto un perro puede o no contagiar el virus del évola. Me identifico con las palabras que sobre Excalibur ha escrito en su facebook mi amigo el formidable escritor Antonio Ballesteros:  «Fantaseando que se pudiera haber dado una situación a la inversa, podemos estar bien seguros de que Excalibur no hubiera hecho lo que esos seres desprovistos de toda humanidad (ah, la paradoja) han hecho con él. Descansa en paz más allá de la vesanía que te causo la muerte, Excalibur, y perdónalos porque no saben lo que se hacen».

Y para colmo se alega falazmente que no había lugar para alojarlo. Se ha cometido un acto de innecearia e inexcusable crueldad, una vez más, y siguiendo un punto de vista estrecho y estúpido.

Me consuela saber, si algún consuelo puede hallarse ante tanto despropósito, que Excalibur hubiera optado por morir antes que no estar con sus dueños y tener que soportar la inmensa soledad de hallarse sin ellos  en una estancia. Y en este sentido quiero compartir con vosotros, amigos de este facebook, un cuento muy hermoso y en homenaje a Excalibur, que no habrá podido entender por qué unos hombres le acorralaban, le atrapaban y le sacrificaban, y además sin que sus amados  dueños estuvieran presentes. He aquí el breve relato:

Un científico descubrió una pócima que confería la inmortalidad y  le ofreció tomarla  al monarca. El rey reunió a su consejo, compuesto por tres hombres y un perro. Les expuso el caso y les preguntó qué harían ellos. Los tres humanos dijeron: «Señor, yo no lo dudaría ni por un momento y tomaría la pócima». El perro dijo: «Señor, yo nunca lo haría. ¿De qué sirve vivir eternamente sin los seres queridos?». El monarca destituyó a los tres humanos y se quedó como único consejero con el perro.