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Día de la Mujer… ¿para qué?

Por Angélica Rodríguez.- Más cuerpo, menos mente. Más emociones, menos análisis. Más placer, menos deberes. Más disfrute, menos aburrimiento. Más sensualidad, menos frialdad. Más exploración, menos censura. Más pasión, menos expectativa. Más presente, menos fantasía.

8 de marzo. Aunque los protocolos de redacción instruyen que uno no debe iniciar un párrafo con un número, éste no podía iniciar de otra manera. Y es que esta fecha es la que ha reunido a cientos, miles, millones no sólo de mujeres sino de hombres también en torno a una conmemoración: el Día Internacional de la Mujer.

¿Y para qué nos reunimos? ¿Para qué los mensajes, felicitaciones, imágenes, frases célebres, y reconocimientos en las calles, en los organismos, las instituciones, y todas las redes sociales? No el por qué, digo, nos queda claro a todas y todos (ni modo de no usar el lenguaje incluyente en este Encuentro) que es porque recordamos a aquellas mujeres que murieron en la lucha por sus derechos y en la búsqueda de igualdad de condiciones laborales. Pero, ahora, en estos tiempos el para qué podría darnos mayor luz y sustentabilidad a dicha algarabía.

En general, y obvio reconozco que socialmente falta mucho por hacer, y de eso ya se encargarán quienes dirigen esos asuntos, pero al mismo tiempo, me doy cuenta que si allá afuera no terminan de llenarse las necesidades respecto a las condiciones de la mujer, es porque acá, internamente tampoco hemos terminado de creérnosla, de sanar, de restaurar lo que por siglos nos ha dañado: una profunda desvalorización a nuestra esencia femenina.

8 de marzo para dejar de exigir que se me reconozca todo aquello que soy y hago y valorarlo yo desde dentro sin esperar que alguien o algún grupo lo valide.

8 de marzo para atreverme a moverme de donde siento que no es visto y apreciado mi talento, mi esfuerzo, mi empeño, mi dedicación.

8 de marzo para actuar más desde mi corazón, mi sentir y no desde mi mente y pensamiento (energía masculina) y atreverme a vivir esas experiencias sin analizar tanto y usando mis sentidos con atención y conciencia.

8 de marzo para reconocer que no estoy sola en el camino y que por el contrario me acompañan las que estuvieron antes de mí en este despertar y las que vienen detrás.

8 de marzo para redescubrirme en ese potencial creador, en esa individualidad única, en esa energía femenina, en esa sensualidad natural y mi personalidad auténtica sin máscaras ni guiones.

8 de marzo para aplaudirme lo que he logrado, de las que he salido adelante, las veces que me he levantado y sacado la casta a pesar de las circunstancias, las personas, de mi misma.

8 de marzo para valorar mis relaciones, las que mantengo, las que he soltado, las que quiero manifestar y por las que me esfuerzo cada día para ser una mejor versión de mi misma.

8 de marzo para retomar esos sueños que se han quedado dormidos por no querer despertar a la realidad, a tomar las riendas de mi vida y responsabilizarme de lo que yo me he negado y no lo que los demás no me han dado.

8 de marzo para recordar que antes de ser hija, hermana, esposa, madre, trabajadora, empresaria, profesionista, artista, activista, empleada, ama de casa, intelectual… soy mujer, un ser humano que piensa, siente, se equivoca, se estremece, se enoja, se irrita, se alegra, se atreve, se acobarda, se apasiona, se acelera, se enloquece, se supera… y ama intensamente.

8 de marzo para que un día, con todo lo que esos ochos de marzos anteriores me enseñaron, me ayudaron a integrar, a entender, a comprender, a actuar… ya no sea necesario el Día Internacional de la Mujer sino que todos los días sean motivo de orgullo, de gozo, de satisfacción, de celebración, de vivir plena, confiada, segura, completa y feliz.

Bendiciones, AR.

Por Angélica Rodríguez
@angiemzt
@seryconsciencia
vivirdecorazon.mx@gmail.com

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