Por Beatriz Vindel.- ¿Recuerdas cuando eras un niño o una niña y todo te parecía maravilloso y sencillo?. Ojala y pudiéramos volver a ese estado inicial de felicidad y amor pleno que nos hacía sentir tan llenos de vida y conectados con nuestros sueños. En aquellos momentos todo parecía como un cuento donde aprender y divertirse.
¿Pero que nos ha pasado, porque no podemos revivir esa sensación de paz y tranquilidad en nuestra vida actual?.
Nos complicamos la vida algunas veces creándonos problemas que no tenemos y sobretodo desconectándonos de lo que ya somos: niños grandes con ganas de aprender y disfrutar de la vida, pero con mucho dolor en nuestra mochila.
No tenemos que olvidar que hemos venido a aprender y a divertirnos y sobretodo que ese dolor, esas experiencias que nos han dejado huella, las podemos vivir de una manera más productiva para que nos aporten valor y sumen, en lugar de limitarnos y entristecernos.
Aprender a gestionar el dolor es nuestra asignatura pendiente y en realidad es una necesidad que deberíamos mirar de frente para poder superar e integrar las enseñanzas de esas experiencias que a veces ni podemos ni queremos mirar.
Conectar con nosotros, con nuestra esencia, con ese dolor y sanarlo, nos va a llevar de nuevo a ver a ese niño que todos llevamos dentro y que muchas veces hemos abandonado, porque no sabíamos cómo cuidar o porque hemos pensado que no le hacía falta nada de nosotros, y si, si que nos necesita, si que necesita que nos acordemos de él y de ella, que juguemos, que le demos amor, cariño, comprensión y ternura.
Está muy bien ser adulto y asumir responsabilidades, pero también es necesario que le des permiso a tu niño interior para volver a jugar y a divertirse con la vida, para que asome su cabecita y te recuerde que está ahí que no te olvides que la vida también es un juego y que tienes que divertirte porque te lo mereces y es también parte de tu misión aquí.
Una de las ventajas que tiene conectar con tu niño, es que nunca te va a engañar él o ella siempre te va a decir que necesita de verdad, sin tapujos ni “postureos” porque no los necesita para ser quien es, solo quiere estar ahí contigo desde el amor y la conexión emocional. Si está triste te lo va a decir, si está enfadado también te lo va a decir, si tiene miedo va a ser honesto contigo para que le escuches y hagas algo al respecto.
Así que ya sabes, no te des la espalda y toma el permiso para ser tu niño o tu niña interior, conecta y escucha lo que te dice, juega y deja que salga esa parte de ti que se mueve desde la inocencia y la honestidad, te aseguro que ese TÚ tiene mucho que decirte.
“Antes de querer cambiar al niño, tendríamos que querer cambiar nosotros”. Carl Jung.
Reconcíliate con tu niño interior, reconcíliate contigo, es ahí donde encontraras todas las respuestas.