Por Ramiro Calle.- Pues uno espera hallar gente con un ego-rascacielos entre determinados políticos, banqueros, presentadores de televisión o artistas, aunque el que es grande nunca necesita alardear ni envanecerse ni pavonearse ni afirmarse narcisístamente. Pero a uno le cuesta más creer que en el ámbito del yoga también puedan florecer aquellos que compulsivamente afirman y realzan su ego cuando el mismo yoga es una disciplina para menguarlo y donde se considera que el ego exacerbado es el peor obstáculo en la senda hacia la autorrealización (que no la egorrealización). Y uno se encuentra con absurdos campeonatos de asanas (promovidos por Bikram y otros maestros indios, no solo en Occidente, sino que inexcusablemente comenzaron en la India) que promueven el barato contorsionismo en lugar del espíritu sereno y claro, y abonan la estampa del campeón. Ego sobre ego. El culto desmesurado al cuerpo en abandono de la mente clara y del corazón compasivo, porque como dijera tantas veces Krishnamurti, donde hay competencia no puede haber amor. Y luego están aquellos que quieren regular el yoga erigiéndose en pontífices infalibles y federarlo y encapsularlo (mentalidad de boticarios para etiquetar, rotular, clasificar, y, como alega el zen, al final querer asesinar lo que está vivo), como si Patanjali, Shankaracharia,Viekananda, Ramakrisha o Ramana Maharshi hubieran necesitado de todo ello. ¡Y encima ellos, con su ego desmesurado, se arrogan el papel de decir quiénes están preparados o no para formar a los otros o examinarlos o darles un diploma o título! Más papistas que el Papa. Un ego desorbitado. ¡Qué decir de los que se erigen en gurús, salvadores de almas, visionarios hipócritas o hacen un show impúdico de su mentalidad funcionarial en el inabordable y siempre inspirador campo del yoga! Ya lo dice el antiguo adagio: «Si quieres ver al demonio cara a cara, mira tu propio ego! Seguro que muchos conocéis esa anécdota consistente en el asceta que ha trabajado mucho sobre sí mismo para desarrollar poderes, habiendo conseguido así caminar sobre las aguas. Se lo cuenta muy orgulloso a Buda y éste le dice: «Amigo mío, ¡qué lástima de tiempo perdido habiendo barcas!»• Comparto con vosotros este vídeo que me ha enviado mi entrañable amigo y asiduo practicante de hatha-yoga y meditación Antonio García Martínez. Si lo compartís, mucho mejor. Por fortuna empieza a haber una reacción laudable de los practicantes serios de yoga contra tanta mentecatez. Volviendo a Ramana Maharshi, el mejor asana es una adecuada actitud mental. Y una adecuada actitud mental está basada en la humildad y no la prepotencia, la lucidez y no la estrecha visión. Hermosas y aleccionadoras palabras de este sabio de sabios: «El estado de no aparición del ego es el estado de permanencia en el Ser». El yoga es perfecto en el principio, el medio y el fin, por mucho que los haya que tratan de distorsionarlo o desvirtuarlo o por mucho que estén los que se empeñan fanáticamente en regularlo y falsearlo.
Vídeo: