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El dinero que sí da la felicidad

Por Paola Diz.- Hay una palabra japonesa muy bonita: Ikigay. Ikigay significa razón de vivir. Es eso que le da significado a nuestra vida, ese algo que hace que al despertarnos por la mañana sintamos que merece la pena vivir. Hace que sintamos que nuestra vida tiene un propósito, que merece la pena vivirlo. Le da felicidad a ese rumbo que tomamos con nuestras vidas.

Es nuestra pasión. Y es esa pasión la que te impulsa a ir por ello. Es ese algo que te sale naturalmente. Lo que podrías estar haciendo durante horas, y que no te pese, eso que hace que los días de semana y los fin de semanas se fundan en uno solo. No esperas a que llegue el viernes, no miras la hora de continuo esperando que tu jornada laboral termine. Nada de eso sucede. El tiempo se detiene, eres feliz haciéndolo. Nada más importa. Todo cobra significado.

Es eso que harías o que ya estás haciendo, absolutamente gratis. Eso que se te da muy bien, eso que te encanta hacer, eso que otros te dicen lo bien que lo haces, lo natural que te surge. Es eso que harías, aun teniendo todo el tiempo y el dinero del mundo.

A algunos no les resulta tan sencillo encontrar su Ikigay, en cambio, a otras personas parece salirle por los poros. Cada uno tiene su propio tiempo para descubrirlo y poder manifestarlo. Poder monetizar nuestro Ikigay es el camino hacia una vida de plenitud, dicha y satisfacción.

Si te preguntara si te casarías con alguien por dinero, seguramente me dirías que no, entonces ¿Cuál es la diferencia entre eso y casarnos con un trabajo solo por dinero? En definitiva, muchas veces se pasa más horas trabajando que con nuestras parejas. ¿vale realmente que se vaya nuestra vida tratando de ganarla?

Encontrar nuestro Ikigay, es alinearnos con la voz de nuestra alma, es escuchar los susurros que el corazón nos da. Por eso, debemos darle bola a eso que nos llena el alma.

En tu búsqueda por monetizar tu Ikigay, puedes encontrarte con prácticamente un solo factor que haga que te lo plantees y hasta puede hacer que lo reprimas. El miedo. Miedo a no ser capaz, miedo al que dirán, miedo al fracaso. Pero déjame que te diga algo, naciste para ser feliz, Dios te puso en este mundo terrenal con esa misión, tu felicidad, poder vivir de tus talentos y tus dones. Llevar a cabo tu propósito. Solo confía que es así, y que hay un poder superior que te protege, te ampara y te  guía a cada momento. Si pones en una balanza el peso del miedo, y el intentarlo al menos, seguramente ese intento valdrá mucho más la pena que no hacerlo. Mírate en tu lecho de muerte y pregúntate de que te arrepentirías.

Puedes comenzar de a poco, en tus momentos libres, por el simple hecho de hacerlo. Y así vas a poder ver cómo, al empezar tu búsqueda, comienzan a surgir las oportunidades. La vida, con su magia, su poder y su encanto, va a desplegar ante tus ojos, todo un abanico de oportunidades, de personas que te ayudaran, de experiencias gratificantes y enriquecedoras. ¡Vibra, piensa y actúa viéndote en ese papel! ¡Haz de eso un mantra diario!

No te limites. El único techo que vas a encontrar es el que tú mismo te pongas. No te detengas. ¿Qué sería de nuestras vidas sin sueños, sin proyectos, sin anhelos, sin ilusiones? Vivir de nuestro Ikigay vale y merece la pena. Naciste para ser feliz, no te distraigas, no tengas miedo. Ámate y se feliz.

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