Por Cristina Vicente.- Te despiertas, alrededor notas la enfermedad, el dolor físico y las limitaciones que ello conlleva.
Tu mente no para de recordarte cuanto te duele, tu corazón no para de luchar para que no le des tanta energía a la mente.
Una batalla, intensa, profunda, agotadora.
Día tras día sigues adoptando la misma actitud, con la esperanza de que suceda un milagro.
Mientras, eres espectador de tu propia ¿desgracia?, así lo vives.
La mente impide que te muevas, el corazón te ruega que no pares.
Un día, otro, otro más… ¿cuándo vas a asumir tu responsabilidad y, desde el amor, avanzar?
¿Vas a dejar que tu cuerpo llegue al límite?
¿dónde está el límite de lo que puedes llegar a soportar?
¿aún no te das cuenta de que tienes la oportunidad de ordenar tu mundo interior y ser feliz?
Eres muy afortunado, pero aún no lo ves. No es tu momento y nadie debe interferir en tu proceso.
Visitas nuevos especialistas, necesitas más opiniones pero todas confirman lo mismo. ¿y ahora, qué haces?
No tienes energía, ni siquiera entiendes por qué te sucede eso a ti, ¿mala suerte? No, ¿el destino? ¿será que existe? Una vez escuchaste algo sobre el destino pero esto no te lleva a ninguna parte.
Comienzas a cuestionar ¿y si la realidad fuera otra?, ¿y si lo que me sucede no es lo que yo creo que me sucede? Y das paso al cambio, con un pasito, un avance, nuevas posibilidades.
Empiezas a dejar ir y a comenzar a Ser.
Y llega el día en el que das gracias por el proceso de enfermedad, en el que lo comprendes como el mayor regalo que te dio la vida para permitirte avanzar, para despertarte, para recuperar tu Ser.
El haber tenido una enfermedad autoinmune como regalo de vida me lleva a poder acercarte unos pasos que me ayudaron a dar un giro completo a mi estado de salud. Me alegra poder contar esto a otras personas que quizás estén vivenciando lo que yo viví.
Ante cualquier otra necesidad, el Ser humano necesita sobrevivir. Esta supervivencia es, muchas veces, la supervivencia de nuestros patrones, hábitos, actitudes y comportamiento de vida adquirido. Este “no dar el brazo a torcer frente a los cambios” nos lleva a la enfermedad. El cuerpo requiere que nos adaptemos al entorno, el Alma no está de acuerdo, nuestra psicología nos está intoxicando, nuestra Alma responde a gritos a través del cuerpo y, aún así no hacemos caso. Pensamos en la “mala suerte”, en los “culpables”, y nos cuesta mucho tomar la responsabilidad que nos corresponde, que viene a ser el 100%.
Lo primero para avanzar en un proceso de enfermedad donde el dolor físico no cesa, es tomar la RESPONSABILIDAD de nuestra vida, asumir las riendas de nuestra vida.
El segundo paso es tomar DECISIONES, elegir lo que realmente queremos vivir, sin culpas, sin juicios.
El tercer paso es el COMPROMISO con nosotros mismos, comprometernos al 100% con eso que nuestra Alma anhela, con lo que de verdad vinimos a vivir.
El cuarto paso es tomar ACCIÓN, hacer lo que sea necesario para conseguir nuestro objetivo; la salud.
El gran problema del ser humano es la falta de compromiso que nos lleva a estar paralizados esperando el milagro, pero si realmente quieres dejar de ser victima de las circunstancias y convertirte en el piloto de tu vida, te aconsejo que te marques unos objetivos y actúes con los 4 pasos anteriores bien presentes.
Y fue así como llegó el péndulo hebreo a mi vida, en el momento preciso donde yo había pactado un SÍ A LA VIDA, me había concedido OTRA OPORTUNIDAD, ya que de no haber sido así, ninguna herramienta me hubiera ayudado. El péndulo hebreo me ayudó a tomar conciencia responsabilidad y comprensión sobre el proceso de enfermedad autoinmune que la vida me había brindado, e incluso que yo traía pactado.
El péndulo hebreo es el péndulo de la sanación, es un péndulo cilíndrico de madera, el cual realiza la función tanto de testaje como de tratamiento, todo ello a través de las etiquetas o camisas que se colocan sobre él, escritas en el idioma Hebreo. Lo que nos ayuda a sanarnos es la vibración que emite cada una de las letras y palabras hebreas, que activadas e impulsadas por el péndulo de madera, crean una energía en nuestro campo aurico. Así, nuestra energía, nuestra Alma, en definitiva, nosotros mismos, dejamos de sentirnos identificados con antiguas energías que producen los desajustes energéticos y por ende, la enfermedad. Nos lleva a elevar nuestra vibración para que dejemos de resonar con lo que nos ha llevado al desorden. Trabajamos tanto la desgravación de miasmas como la eliminación de energías densas, el karma enfocado al dolor físico y la parte anatómica para soltar el dolor físico, creando energías de alta vibración y consiguiendo que nos identifiquemos con este “nuevo yo”.
Cuando recibía una sesión de péndulo hebreo, tenía unas sensaciones indescriptibles, siempre recomiendo vivirlo en primera persona. A nivel físico, se apaciguaban los dolores, cosa que ya me parecía extraordinaria. A nivel emocional, iba dándome una sacudida de patrones antiguos, eliminaba energías densas y comportamientos que no me favorecían, que no estaban al servicio de mi mayor bien.
A veces hay cambios extraordinarios con una sesión y, otras veces se necesita un tratamiento continuado, como fue mi caso, pero cada día doy gracias de tener una herramienta como esta para tratar cualquier desafío que se me plantea.
Es emocionante ver, cuando te sientes limitado físicamente, ya sea por un dolor de rodilla, de cadera, artritis, fibromialgia o cualquier etiqueta con la que te hayas identificado, cómo con la energía del idioma hebreo y el permiso de uno mismo para cambiar, todo se transforma y haces avances que era impensables. Aún recuerdo como soñaba con poder volver a caminar a paso normal e incluso me atrevía a imaginarme en una carrera, ahora, puedo hacer spinning, ir al gym, running o cualquier cosa que me apetezca. ¡Cada situación que nos plantea la vida es un Regalo!
Cristina Vicente
www.escuelainternacionaldependulohebreo.com
Hola quiero recibir información de los temas que publiquen pues son muy interesantes, gracias