Por Cristina Navarrete.- Mi mente siempre ha sido como un caballo desbocado, corriendo y saltando de un pensamiento negativo a otro y sin pausa. Eso me ha provocado mucha ansiedad a lo largo de mi vida y en algunas ocasiones, esa ansiedad no me permitía ser yo misma y hacer las cosas que me hacían feliz, estaba secuestrada emocionalmente, sentía peligro y por tanto angustia constante. Pero, de todo esto no me di cuenta hasta que busqué ayuda fuera y empecé el camino del autoconocimiento, fue cuando entendí que todo ese sufrimiento estaba relacionado con mi manera de pensar, con el diálogo interno que mantenía conmigo misma y con lo que tenía enterrado en mi subconsciente. El peligro no estaba fuera, el peligro estaba en mi mente y tenía que “domarla” si quería ser feliz. Agradezco toda esa ayuda porque me hizo consciente de cómo me machacaba, me desmotivaba y me arruinaba la vida yo sola. Averigüé muchas cosas, pero lo que más me impresionó fue comprobar como yo misma acababa con mi energía, mi cuerpo estaba agotado, tenía dolores que ya vivían conmigo y otros nuevos que aparecían de vez en cuando pero nunca se me ocurrió pensar que yo misma me estaba haciendo ese daño, hasta que por fin tomé conciencia.
Pero, aunque hacerme consciente de todo eso me ayudó y mucho, siempre pasaba algo en mi vida que volvía a colocarme en la casilla de salida. Mi mente volvía a sus turbulencias continuas, se anclaba en los pensamientos catastróficos y la ansiedad aparecía de nuevo, cada vez menos agresiva y con menos intensidad pero ahí estaba al fin y al cabo y yo no quería relegarme para que ella tuviese el papel protagonista en mi vida. Había intentado evitar los pensamientos negativos pero no había sido suficiente. He conocido muchas personas que viven con ansiedad y han aceptado que es parte de su personalidad, yo también llegué a creerlo, pero no es verdad, nadie tiene una personalidad ansiosa, tenemos pensamientos que nos ansían, y eso es consecuencia de no haber cuidado nuestra mente, entre otras cosas porque nadie nos ha enseñado, como sí nos enseñaron por ejemplo, a cuidar de nuestro cuerpo.
Mente y cuerpo están relacionados pero no son lo mismo, lo que le va bien al cuerpo no tiene porqué irle bien a la mente, ésta necesita de cuidados específicos y constantes. Y si lo hacemos, la ansiedad desaparecerá. Pensamiento y emoción van de la mano, una emoción siempre va precedida de un pensamiento, aunque a veces el que actúa es nuestro subconsciente y no somos ni capaces de identificar qué hace aflorar esa ansiedad, el origen siempre está en nuestra mente, reaccionamos ante un peligro, ante un pensamiento de peligro que tu mente se inventa y que se encarga de que te lo creas para que estés en guardia y en alerta constante y eso es porque paradójicamente lo que tu mente quiere, es mantenerte a salvo. Cuando el peligro es real, la ansiedad tiene su función como todas las emociones, pero cuando la mente se adelanta a un futuro que no existe y se inventa peligros que no nos amenazan en ese momento, convirtiendo la ansiedad en una constante ¿qué función tiene? Ninguna, solo te destroza. Un error del ser humano, es creerse todo lo que piensa… y no todo lo que piensas es verdad, no todo lo que te dices es por tu bien, no por adelantar catástrofes, problemas y demás estás más prevenido y más a salvo, lo que pienses acabará sucediendo, de eso estoy segura, porque donde pones la energía y el esfuerzo aunque sea para evitarlo, se acabará plasmando en la realidad, lo atraerás. Consigue que tu mente te diga lo que quieras para así cambiar tu realidad y ser feliz. ¿Cómo? Amándote. El autoconocimiento es imprescindible para poder hacerlo, yo ya había empezado, pero de una manera superficial, evitaba los pensamientos negativos y no quería ver mi sombra, no quería enfrentarme a los miedos enterrados que estaban conmigo y que alimentaban mi mente y encogían mi alma. Conocer nuestra sombra nos permite arroparla y así trascenderla, para superar nuestros miedos más profundos. En todo este proceso, la meditación ha sido mi mejor regalo.
En el poco tiempo que llevo practicándola no solo me ha aportado relajación, también siento que mi mente es más feliz. Conecto con mi alma, me permito ser y me acepto. Cada vez actúo más en coherencia con lo que soy, siento más confianza y más seguridad en mí misma. Mi mente ha cambiado, los pensamientos positivos se van anclando y dejan menos espacio a los pensamientos tóxicos que tanto me han hecho sufrir. Marianne Williamson es una reconocida profesora espiritual estadounidense y en una de sus conferencias explicaba que con cinco minutos de meditación por la mañana su día cambiaba radicalmente y que si no lo hacía y no podía dedicarse ese momento de paz, era incapaz de salir de las reglas del ego en todo el día. Yo lo he comprobado, cuando escuché la conferencia de Marianne ya había experimentado ese cambio, pero me encantó la referencia que hizo al ego, le puso palabras a lo que yo venía sintiendo desde hacía semanas, porque aunque mis días no parecen haber cambiado mucho si miras desde fuera, yo sí que los vivo diferente, antes estaba inmersa en las reglas del ego, en el miedo y la ansiedad y todo lo que manifestaba era más de lo mismo. Sin embargo, ahora mis días son más felices, siento que estoy cambiando por dentro, soy más consciente de mi luz y de mi sombra, intento no juzgarme, acepto mi dualidad y desde ahí la trasciendo para superar mis miedos. Tengo la confianza y seguridad que nada de lo que ocurra fuera tendrá el poder que tenía antes de llevarme a la casilla de salida, porque el propósito de mi camino es precisamente no darle ese poder a nada externo. Dedicarme un rato por la mañana para meditar, estar conmigo, y experimentar esa sensación de bienestar que llega cuando cesa el ruido de mi mente, transforma mi realidad. La semana pasada escuché unas palabras que todavía hoy resuenan en mí: en algún momento, nos quedaremos solos con nosotros mismos, a todos nos acabará pasando ¿por qué no empezar ya?
Cristina Navarrete
Me encanta como la autora va desarrollando su idea… cada párrafo te lleva al siguiente con sentido y coherencia. Me ha gustado mucho leerlo. Gracias!