Por Isabel María Campillos Pérez.- La vida es un juego.
Si fundes en ella, podrás jugar con cada cosa que aparezca en tu vida.
Experimentando, curioseando y teniendo total apertura acabarás con tus amarguras.
Esas que te hacen creer que vivir es sinonimo de sufrimiento y de lucha.
Esas que te obligan a no salirte del guión preestablecido y marcado por una sociedad obsoleta y desactualizada.
Si te entregas a la vida, a la pasión, a la curiosidad y al misterio… podrás descubrir que el niño que un día abandonaste sigue en estado latente deseando pasar a la siguiente escena de la película.
Si comprendes que no tienes que esforzarte, sólo fluir porque Dios canaliza a través de ti.
Dios, tu guía interior, tu gran fuerza ilimitada, tu poder infinito y sublime:
TÚ MISMO
Eres uno con todo la masa, no eres uno en solitario.
No eres alguien a quien tengas que parecerte porque eres único.
No tienes que preocuparte sino ocuparte en dejar salir ese amor que emana de ti.
Aprende a ver la vida desde otra perspectiva, desde otro ángulo y te darás cuenta de que la felicidad es algo que se crea y se destruye en ti, en lo sutil.
Cuanto menos necesitas para sentirte pleno, más te das cuenta de que rebosas de amor eterno. De fuego y ganas de expandirte y llegar hasta el último recoveco del planeta.
Curiosea, juega, ríe, siente, ama y darás tregua a tu guerra interna.
Esa que no te permite SER, esa en la que domina un ego herido, maleducado y esclavizado.
Fundete con la vida, no luches contra ella.
Regala a la humanidad tu perfecta unicidad.