A pesar de ello, la preocupación de gran parte de los científicos europeos en la actualidad se centra en la alimentación. Miles de millones de personas están bajo amenaza de no poder obtener los alimentos básicos debido a un más que posible apocalipsis agrícola.
Para evitarlo, muchos países han empezado a almacenar alimentos y semillas de todo el mundo en tres bóvedas subterráneas a 1.000 kilómetros del Polo Norte. Estas despensas son conocidas como ‘el arca de Noé’ de las plantas, la ‘bóveda del juicio final’ o ‘el búnker del apocalipsis’.
Lo importante de este proyecto, más allá de sus apelativos catastrofistas, es que es uno de los más importantes de conservación medioambiental y alimentaria de los últimos tiempos. Más concretamente, este búnker abovedado se encuentra en una montaña de las islas noruegas de Svalbard, en el océano glacial Ártico, a medio camino entre Noruega y el Polo Norte.
Los impulsores del proyecto han destacado que se creó como solución a la protección permanente de los alimentos del planeta, así como para evitar una posible pérdida de diversidad de la cosechas, ya que está construida para resistir todo tipo de desastres como terremotos, radiaciones, actividad volcánica, epidemias, guerras nucleares o los efectos del cambio climático.
El proyecto ‘Svalbard Global Seed Vault’ o SGSV (Bóveda Mundial de Semillas de Svalbard) la financia el Gobierno de Noruega (www.regjeringen.no) y gestiona el Fondo Mundial para la Diversidad de Cultivos o GCDT (www.croptrust.org), una organización internacional con sede en Bonn, Alemania, que trabaja para salvaguardar la diversidad de cultivos.
Entre los países que han enviado muestras a Svalbard figuran Bulgaria, Australia, Colombia, Nigeria, Siria, Kenia, Filipinas e India. Uno de los envíos más recientes se produjo en 2014 y contiene 20.000 muestras procedentes de Japón, Brasil, Perú, México y EE.UU, e incluye cientos de variedades de semillas de cebada, frijoles, patatas y batata silvestre, maíz, trigo y ‘okra’ rojo.