Por Ramiro Calle.- Prana está en el aire, el alimento, el agua, la sangre, la respiración, la vida. Prana es los latidos del corazón y el puso. Prana es el primer aliento, la fuerza universal, la pulsación de vida. Prana toma este cuerpo y prana lo deja. Cada pensamiento es gracias a prana y cada emoción y cada sentimiento y cada sensación. Prana es el sostén de todos los procesos psicofísicos. Prana es energía y el yoga es la reunificación de las energías dispersas para acumular poder interior y no disiparlo.
Adquirimos prana mediante la respiración, la alimentación, el descanso oportuno, el sueño y las impresiones mentales positivas. Tambien mediante el hatha-yoga, la meditación, la adecuada focalización de la mente y las emociones laudables. Cada persona debe aprender a velar por su propio prana, que es hacerlo por el microuniverso o universo en miniatura que somos cada uno de nosotros. Como esa batería de energía que somos, tenemos que cuidarla y realimentarla.
Los estados emocionales insanos, la alimentación tóxica, el descontrol mental, la falta de descanso y una respiración inadecuada, originan fugas considerables de prana; también las preocupaciones, los disgustos, las reacciones desproporcionadas, los conflictos y tensiones. Además del cuerpo fisico, hay un cuerpo energético o etéreo. El yogui se convierte en su propio laboratorio viviente y aprende a acopiar energía y a utilizarla de manera adecuada. La energía es impresincible para poder seguir la senda de la autorrealización sin desfallecer e ir aprendiendo a actualizar todos los potenciales internos para el autodesarrollo y la realización de sí.
En el ser humano la energía va de lo más denso (la corporeidad) a lo más sutil. Rige todas las funciones: instintiva, sexual, motriz, emocional, mental y supramental. Como reza un antiguo adagio hindú: «Incluso el Divino sin su energía (shakti) es un cadáver». Hay que evitar malgastar la energía o vitalidad, sea con reacciones emocionales desorbitadas o con descontrolados y mecánicos movimiento físicos, o con bloqueos energéticos o mentales o con inútiles charloteos mentales.
El ser humano tiene mucha energía, pero no es inagotable, y por eso debe aprender a adminsitrarla con sabiduría y precisión. La falta de motivación, el desaliento (ausencia de aliento, de vitalidad), la confusión y la indecisión crónica, la dispersión mental y la incontinencia verbal, los estados pusilánimes de ánimo y la ansiedad, todo ello roba energía y nos debilita.
Enriquece los caudales de prana el contacto con la naturaleza, los ejercicios de respiración consciente, la detención consciente de cuerpo y mente, las técnicas de introspección y la atención más plena, así como la intensidad y claridad mental, la compasión y las relaciones genuinas con las otras criaturas.
Ramiro Calle