Por Ignacio Asención.- El presente no es un aquí ni un ahora. Es lo único que hay. En él se encuentran contenidos todos los tiempos. En él hay un reciclaje y una renovación constante de imágenes: pasado, presente, futuro, eternidad misma. Todo brota y muere al mismo tiempo, todo es Vida. Infinitos colores apareciendo y desapareciendo permanentemente. Los únicos sentimientos que quedan si estamos parados en este “espacio” son: sorpresa por lo novedoso, gratitud por existir, amor incondicional hacia cualquier parte de dentro y de fuera, alegría sin opuestos.
Parece que el “pasado” se repite y que la vida se pone gris porque rechazamos nuestras emociones, rechazamos las sensaciones que llegan a nuestro cuerpo ante la menor incomodidad, subestimamos a nuestros mejores maestros… ¿Tan orgullosos estamos por tener un diccionario en la mano, un cúmulo de convenciones humanas enfrente a la eternidad de un universo? ¿Quién sabe realmente qué son las energías que se mueven por nuestro cuerpo? ¿Por qué no pensar que todas son grandes amigas en vez de pensar que algunas son enemigas? ¿Quién sabe qué es todo este misterio que es la Vida?
Abrámonos a la ignorancia, abrámonos a jugar, hagamos arte con lo desconocido. Es la única manera de reconocer un presente vivo.