Por Isa Campillos.- El mensaje de lo divino,
vino por donde viene tu destino.
Por ese camino que vas trazando,
mientras sigues dando tus pasos.
Tus pies son tuyos y no de nadie más,
nadie puede dar los pasos por ti.
Nadie puede imaginar tu devenir,
porque el devenir deviene de la acción que proviene,
del corazón.
Pero si eliges mal,
si accionas incongruentemente a tu energía, a tu sentir y a tu éxtasis profundo…
Entonces empiezas a acumular bultos con mucho peso a las espaldas.
Y es en el momento que sueltas esas cargas que juzgan tu camino,
cuando emprendes el camino sagrado del alma.
Ese que muchos no quieren recorrer por miedo.
Ese que sabe que tu espíritu es especial en cada nuevo tramo.
Ese que va hilando el destino mágico.
Es bueno ser intuitivo y sensitivo,
para darse cuenta quién y qué cuenta.
Hay cosas que cuentan tus pasos,
otras que potencian tus altibajos.
Mejor contar pasos,
saber que es necesario y soltar lo que ya no lo es.
Hay cosas que ya no son necesarias.
Y es bueno darse cuenta.
Porque la vida es una sola.
Y solos nos iremos de ella.
El camino del alma es el que cuenta con lo necesario para el espíritu.
Lo que lo enriquece.
No lo que daña su aura mágica.
Y siempre se aprende en este camino de pasos,
en el que ya no hay hipocresía ni aturdimiento.
Hay filosofía, integridad y sinceridad.
Y cuando opera la sinceridad abruma a menudo.
Pero mejor siempre la verdad,
que nos dará la libertad de ser y pensar como queramos y sintamos.
No la hipocresía, el narcisismo.
Creer plenamente en uno, porque habrá pasos que no vamos a poder dar por fidelidad a nuestros valores.
Y habrá caminos de espinas que habrá que recorrer para aprender necesariamente.
Pero no pasa nada, siempre que confíes en ti.
Siempre que aceptes la lección, y aprendas a reconstruir tu vida.
El destino es modificable en cierta medida,
pero hay cosas que hay que aceptar en su totalidad.
Porque eso es lo que necesitamos aprender.
Si dejamos de ser lo que somos para convertirnos en alguien más «evolucionado»,
estamos dejando de ser la esencia virgen de causas.
La esencia estéril y sagrada.
La verdad en sí misma.
Lo que no se argumenta.
La que sabe, entiende, y no sospecha de nada que la pueda gobernar.
No, porque la esencia resucita siempre para regalarte otra oportunidad.
lnagotable, ardiente, justa y comprensible.
Divertida, entusiasta y alegre.
Bañada en dicha siente, y se apodera de su oportunidad.
Pura esencia.