En los últimos años, practicar yoga se ha convertido en hábito para muchos, debido a los numerosos beneficios que aporta para la salud de nuestro cuerpo y de nuestra mente.
Pero, si hablamos de los niños en particular, posiblemente su práctica sea aún más buena e importante.
El yoga les enseña a respirar correctamente y a ser conscientes de sus distintos cuerpos (físico, mental, emocional, espiritual…), además de ser una herramienta perfecta para gestionar sus emociones.
En lo físico, el yoga fortalece sus músculos, les aporta flexibilidad, les ayuda a mejorar su equilibrio y les sirve también como relajante.
En cuanto a lo mental, los niños aprenden a lidiar con el estrés. También mejoran su capacidad de concentración, atención y memoria. Se estimula la creatividad y mejora considerablemente la autoestima.
Lo ideal para una sesión infantil de yoga, es que dure unos 40 minutos en grupos de, máximo, 15 niños. Según los expertos, todos los niños deberían tener un acercamiento a esta disciplina a partir de los 4 años de edad.