Cuando algo nos sucede, solemos preguntarnos “por qué”. Coaches y psicólogos alertan sobre la importancia de cambiar de perspectiva y animan a cambiar la pregunta “por qué” por “para qué”.
Mientras el “por qué” solamente busca un diagnóstico o explicación lógica de las cosas, el “para qué” trae consigo una mayor conexión con lo sucedido, que, además, puede ser útil para tu evolución y crecimiento.
Por ejemplo; imaginemos que perdemos nuestro trabajo. Al llegar a casa, tenemos dos posibles opciones:
1. ¿Por qué me pasa esto a mí? – Si observas la expresión, tiene un visible tono de victimización.
2. ¿Para qué me pasa esto a mí? – Aunque tu situación es la misma, quizá encuentres el aprendizaje oculto o el mensaje que contiene la experiencia.
El lenguaje nos define y tiene un papel fundamental en la construcción de nuestra realidad. Lo que imaginas, se transforma en pensamientos y estos en acciones. Tenemos como tarea indispensable aprender a comunicarnos con los demás y también con nosotros mismos.