Ramiro Calle.- Lo que cuenta es la actitud. El yoga mismo es básicamente una actitud de vida. Las técnicas transformativas tratan de conseguir una adecuada actitud vital. El yoga es así una técnica de vida, apoyada en enseñanas y métodos. Incluímos algunos puntos que han señalado los grandes mentores y sabios para ir fraguando una sana actitud de vida.
Vivir más centrado en el presente, aqui y ahora, tomando los acontecimientos y circunstancias sin tensarse, con sabiduría, sin obsesionarse por el resultado, haciendo menos diferencias entre lo grato e ingrato.
Desarrollar la capacidad de aprendizaje existencial, viviendo más en lo que es y no en lo que pueda ser, ocuparse en lugar de preocuparse. No disgustarse inútilmente ni inutilmente crear fricciones, trantado de funcionar más por empatía que por análisis, superando el asfixiante sentido convencional del tiempo y del espacio.
Estrechar lazos con los seres queridos e intensificar la amistad, valorando más a los «coincidentes vitales».
Morir a la vieja psicología, para nacer a una nueva y más armónica, superando los lastres del pasado, tratando de abandonar la mente vieja y encontrar una nueva manera de ver y ser, para trasnformarse yendo más allá del ego y conectando con la Gran Mente.
Aprovechar las dificultades y adversidades como choques para alertar la consciencia y desarrollar la ecuanimidad, evitando los estados de ánimo negativos o añadir sufrimiento al sufrimiento. `¡Cuánto sufrimos por no querer sufrir!. ¡Cuánto dejamos de disfrutar por el ánsia de disfrutar!.
La vida es como un laboratorio experimental, donde uno se prueba y trata de conocerse a uno mismo. Tiene mucho de paradoja, de acertijo. Es un escenario de claroscuros. A cada sombra corresponde su luz; a cada luz, su sombra. Es un desafío. La vida no puede ser rechazada, sino abrazada. La verdadera morada de paz está en el propio corazón. En el exterior, las alternancias o vicisitudes se suceden sin tregua.
Hay que aprender a sustituir los ídolos por el sadhana o disciplina espiritual. Las ideas forman una madeja; la práctica esclarece y orienta. No son las creencias las que trasnforman, sino las experiencias.
Es después de mucho buscar que lo buscado nos encuentra. En la extremidad del esfuerzo aparece el esfuerzo sin esfuerzo. Hay que dar la bienvenida a lo que va sucediendo con lucidez y ecuanimidad, estando en una prendizaje constante. Somos aprendices, como recalco en mi relato espiritual «El Faquir», y el deber de todo aprendiz es seguir aprendiendo hasta el último día de su vida. No dejemos de estar en la búsqueda y el aprendizaje. Si algo tiene sentido es la búsqueda por si misma. Cada paso ya es la meta y no miremos tan lejos que no veamos lo que está al lado.
Ante el muro de lo Incognoscible, rendir el ego y la humildad es lo que cuenta, y entonces uno descubrirá al final que el muro era solo una idea. Mientras hay ego, el esfuerzo debe ser hecho, después ya el esfuerzo se hace por sí mismo.