Por Francisco Menchén Bellón .- Vivimos en una situación propia de una tormenta perfecta – pandemia, cambio climático. digitalización, inteligencia artificial– que puede desembocar en una revolución total. Los efectos de este temporal son de máxima incertidumbre que están afectando no solo a la mente consciente sino también al inconsciente. En estas circunstancias, voy a poner mi atención en el poder oculto que tenemos en nuestro inconsciente, y procurar que en tiempos de crisis trabaje a nuestro favor, pues nuestra sociedad ha priorizado la parte consciente, habiendo olvidado el inconsciente que FREUD investigó en Viena el siglo pasado.
En los inicios de la especie humana, el hombre de neandertal no tenía todavía demasiados prejuicios, teorías elaboradas ni tampoco autorreferencias y, podía experimentar la realidad por sí mismo, a través de la totalidad de su cerebro. Con el paso de los siglos algunas capacidades como la intuición y la creatividad se fueron relegando, mientras que la razón y la lógica empezaron a priorizarse de forma absoluta. Sabemos que la mente consciente acumula información, igual que lo hace la mente inconsciente, e incluso esta última guarda muchos más datos y saca sus propias conclusiones.
En nuestro cerebro duermen capacidades insospechadas sin ser conscientes de los procesos ocultos que realizan, como la creatividad y la intuición, tan importantes para nuestro desarrollo personal. En el inconsciente se almacena todo lo que se sabe y se conoce, ya que en él están registradas todas nuestras vivencias. La parte inconsciente de nuestro cerebro gestiona el 90 % de lo que hacemos sin que nos demos cuenta, porque funcionamos con el piloto automático.
Muchas de nuestras decisiones cotidianas están influenciadas por el inconsciente, que activa una serie de patrones neuronales, como si fuera un programa de ordenador. Algunas veces nuestra mente inconsciente está en sintonía con nuestros deseos, pero cuando no hay coherencia nos sabotea.
Más allá de la consciencia existe un mundo desconocido donde guardamos nuestros miedos, sueños e ilusiones. Sin embargo, es ahí donde surgen las ideas creativas, las corazonadas y las mayores pasiones. Se trata del inconsciente y, aunque durante mucho tiempo ha estado escondido, hoy podemos acceder a este terreno de la mente, con el objetivo de potenciar nuestro equilibrio psicológico o conseguir nuestras metas.
El ser humano se mueve en un océano de información, captando a cada instante un volumen ingente de datos. Esta información para ser operativa debe ser ordenada y esquematizada, que corre a cargo de nuestra lógica. Siendo ella la que impide ir a los datos crudos del inconsciente y, en consecuencia, cierra la posibilidad de mezclarlos de forma irracional para promover nuevas ideas.
Por ejemplo, en nuestro inconsciente están grabados los mensajes negativos que escuchamos en nuestra infancia y reposan un cúmulo de experiencias de todo lo acontecido en nuestra vida. Los sentimientos reprimidos se relegan al inconsciente y generan bloqueos en el flujo de la energía vital. Estas marcas sensoriales continúan influyendo en nuestra conducta, pues forman parte del diálogo interior y dan forma a nuestras decisiones, aunque no podamos detectarlas. Cuando somos conscientes de estos mecanismos, estos pierden su poder sobre nuestro comportamiento. Por eso es tan importante bucear de vez en cuando en nuestro inconsciente y asegurarnos de que tienen los “programas” adecuados.
El lenguaje del inconsciente no se manifiesta con ideas lógicas y razonables, suelen ser imágenes, símbolos, sentimientos y emociones que transforman la percepción. La intuición es uno de los poderes ocultos, que opera recogiendo datos en milisegundos, enviando al cerebro una señal no verbal, que debemos interpretar; son impulsos viscerales reconocibles como un presentimiento, un cosquilleo, un malestar de estómago o un aumento del latido del corazón.
La intuición surge gracias a la gran capacidad que tenemos para reconocer patrones, incluso de forma inconsciente, que nos sirve para tomar decisiones de forma rápida y sin esfuerzo. Disponemos de una metacognición capaz de reconocer y asumir conscientemente los patrones inconscientes. Para lograrlo es necesario valerse de una “linterna mágica” que ilumine lo más profundo del ser. Cuando se cierran los ojos surgen imágenes que en principio pueden parecer absurdas, pero hay que prestarles atención, pues el inconsciente ofrece contenidos ocultos.
El pensamiento intuitivo es rápido porque no consta de pasos intermedios, y se dispara automáticamente cuando vemos ciertos estímulos que nos sorprenden. No hay que olvidar que hay muchos engranajes que funcionan por debajo de nuestra consciencia que influyen en nuestras decisiones, el pensamiento y el aprendizaje. Hay que ser consciente de los procesos ocultos de nuestra propia inconsciencia. La intuición reconoce señales, pautas y patrones sin pasar por la mente consciente.
También del inconsciente surge el poder oculto de las ideas creativas, que fluyen cuando somos capaces de fiarnos de nosotros mismos y de nuestros propios instintos, pues muchas veces no los escuchamos por miedos o bloqueos, bien sean emocionales, culturales, educativos o sociales. Conectar con el inconsciente debe ser un reto, donde deben confluir motivación, disciplina y circunstancias.
Conectar con el inconsciente es tanto como conectar con el universo, con la cultura de la existencia humana o con la energía universal. Es como una habitación oscura que está operativa cuando la conciencia no lo está. La mayoría de los poetas, pintores, músicos y otros artistas están acostumbrados a captar ideas novedosas cuando conectan con el inconsciente; este es el momento de emanar las ideas rompedoras, luminosas e impactantes que les hace sentirse únicos en su especialidad.
Todo proceso creativo pasa por el inconsciente; es la regla primera que se debe aprehender si quieres ser creativo. No hay que renunciar al sueño de explorar todos los infinitos, invisibles e imposibles. La meditación y la relajación son algunas de las vías que se dispone para conectar con el inconsciente, fuente productora de energía creativa e ideas originales. La creatividad fluye cuando se hace consciente lo que está oculto.
El ser humano puede controlar su cuerpo y su espíritu a través de la respiración y puede llegar a ser consciente de su inconsciente, si es capaz de realizar una respiración profunda,
que consiste en sentir tanto el movimiento de inhalar, cuando el aire entra a los pulmones,
como el tiempo de exhalar, cuando el aire sale. Ser consciente de este proceso obliga a estar en el momento presente, que es la clave para profundizar en nuestro interior.
Durante estos momentos, con la mente calmada, la mente se abre sin limitación alguna, se vuelve silenciosa, sin el pasado acumulado. La creatividad suele brotar en la penumbra de la imaginación, cuando uno hace consciente ese momento, mediante una respiración profunda, escuchando en silencio lo que ocurre. Las ideas más originales nacen del silencio. El silencio es la música más bella, la más poderosa y la más benefactora. Piensa en las cosas que ocurren en silencio.
El inconsciente no solo es el lugar donde se esconden algunos de nuestros miedos y creencias limitantes, sino también es una fuente maravillosa de creatividad y nos puede ayudar a solucionar problemas. La creatividad a menudo viene del momento denominado insight, es el instante en el que todo cobra sentido y aparece una idea brillante, que procede del inconsciente. Mientras nuestra mente consciente ha estado ocupada con otros asuntos, nuestro nivel inconsciente ha seguido trabajando, asociando, y reorganizando diferentes ideas.
Conectar con el poder oculto del inconsciente es la clave para potenciar la intuición y la creatividad. Hay que recuperar estas facultades innatas que la sociedad ha ido acallando en los últimos tiempos en aras del pensamiento racional. Creer en la creatividad y en la intuición es confiar en nosotros mismos, y eso es algo que no estamos acostumbrados y deberíamos aprehender en las escuelas e institutos. Cuando se descubre nuestro poder oculto se aprovecha mejor el potencial del cerebro, se resuelven mejor los problemas y se toman mejores decisiones.
Accede al inconsciente y utiliza el potencial que está oculto