Noticias Mindalia.- Rupert Sheldrake, biólogo de la Universidad de Cambridge, ha sido uno de los pocos científicos que ha dedicado parte de su carrera a investigar la telepatía, en especial el vínculo que se crea entre humanos y mascotas.
Más de la mitad de los dueños de perros que han participado en sus investigaciones, y un 33% de los dueños de gatos, afirman haber experimentado una comunicación telepática con sus mascotas.
Solo aquellos que tienen contacto directo con animales y forman parte de su vida, pueden llegar a entender esa relación que se crea y que sobrepasa cualquier tipo de lenguaje, ya que se puede expresar de múltiples maneras, así como percibir y entender de tantas otras.
De hecho, la telepatía no solo tiene por qué ser una conexión mental sino que en el caso de los animales también podría extenderse a algo corporal, según Sheldrake.
Ejemplos que los amos y compañeros de mascotas han podido observar seguro en múltiples ocasiones, es cuando horas antes de ir al veterinario o tocarles baño, desparecen o se esconden por la casa, como si sintieran que va a pasar algo que no les agrada solo por nuestro comportamiento o tono de voz.
Más allá de que puedan aprenderse nuestros horarios o puedan incluso llegar a reconocer el ruido que hace nuestro coche, es como si sintieran nuestra cercanía o lejanía, incluso antes de que entremos o salgamos de casa físicamente.
De hecho, ese vínculo que se crea entre amo y mascota permite que con solo una mirada, podamos entender lo que le ocurre a nuestro amigo de cuatro patas o ellos sientan y perciban nuestras emociones, tanto si estamos contentos como si estamos tristes.
Otro gran ejemplo son los bebés, la mayoría de mascotas se sienten protectores de los bebés porque entienden que son un nuevo miembro de la familia y perciben ese amor incondicional que sienten sus amos hacia esa nueva personita.
Esos campos mórficos son los que producen esta información recibida por el animal, que en más de un ocasión, les ha permitido incluso volver a casa si se habían perdido o recorrer distancias que no conocían previamente, solo con el fin de encontrar a su dueño.