Por Isabel María Campillos Pérez.- Aceptar supone no luchar contra el desastre, sino sumergirse en él.
Que coraje siempre hay, que fuerzas a veces faltan, pero que pesar de todo eso… La pena merece!
Porque creces, porque sanas y porque todo pasa para algo.
Que nunca es tarde si el propósito es bueno, que jamás llegaste a destiempo si invertirse tu tiempo.
Que digan lo que quieran, el único desastre es perderte entre la gente!
Si quieres cambiar tu historia repetida, no te ancles a la memoria compartida.
Abre el regalo del presente, deja de estar ausente.
Huye de la anestesia, la hipocresía y el falso confort.
La mayor pérdida posible es la pérdida de ti mismo.
Cesa de fingir y empieza a sentir.
Ama a tus demonios, adora a tus ángeles.
Permite que las tormentas prolongadas limpien tu fachada con lágrimas saladas.
Diluye tu tempestad con humildad y creatividad.
Cada nudo en la garganta te recuerda todo aquello que no debes volver a tragar.
Deja morir tu falso yo, el personaje creado con el que creías glorificado.
Da a luz a tu ser.
Sin amarras, sin cargas, sin miedos.
Empieza de cero con coraje de acero, siendo sincero saldrás del agujero.
Y es que al deshacerte de lo sobrante, enciendes tu arte.
Eres capaz de trasmutar tus mentiras en ira con la que recrear tu partida.
Y de nuevo jugar, volver a ser niño y atender tus caprichos.
Y así, levitar y maravillar, inflando de nuevo tus carrillos.
Volviendo a vivir.
Soñando despierto,
para aprovechar tu tiempo.
Soltando lo que fue, agarrando el eterno presente.
Destacando tu brillo excelente, con actitud sobresaliente.
Siguiendo tu propia huella, dejando mella en tu propia estrella.
Brindando por ella, bailando para ti!!
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