Por Isa Campillos.- No os penséis que sois sólo una parte,
«alguien», un rol adjudicado, un personaje malinterpretado.
No creáis lo que os dice vuestra mente,
no os salgáis del corazón tan fácilmente.
Es necesario entender que hay partes en nosotros bloqueadas,
partes que no salen porque fueron duramente golpeadas.
Todas las facetas escondidas,
en el baúl de los recuerdos,
son dones en acuerdo con el cosmos.
Todos somos seres mágicos,
pero nos han reprimido haciéndonos perder poder.
Cada Ser tiene una magia única,
es por eso que cada ser debe dar con la suya.
Rebañar en él,
saborearse a sí mismo.
Esto no es egoísmo, ni soberbia, esto es entender el valor de uno.
Las cualidades de uno,
las cosas buenas y no tan buenas.
Fusión de cada parte genuina,
aceptación de la semilla que creció en nosotros.
No te conformes con sólo ser una pequeña parte de ti,
de interpretar un personaje,
te tener una vida mediocre, «medio qué».
Si tu viajas a las alturas,
si escondes tu figura y la vuelves a hacer aparecer.
Si eres capaz de fundirte con el Universo y sus colores,
su infinito y las estrellas,
entonces eres un Ser que ha descubierto sus poderes.
Su luz y su oscuridad más brillante.
Allá donde lo sobrante,
carece de sentido.
Donde no hay apariencias,
sino conciencias.
La conciencia,
que todo lo ordena,
que todo lo mueve y recoloca.
Si ya has estado allí,
en tu océano universal,
has sentido la experiencia de la vida mundana y terrenal, caótica, densa y hostil a veces.
Si has saboreado el sufrimiento,
el dolor y trascendido el placer,
has comprendido la vida.
Que la vida hay un momento de no retorno,
de compresión profunda,
un momento en el que dices:
Basta.
Se acabó.
Y en ese momento, llega la libertad para ti.
Llega el verdadero empoderamiento,
llega el elegir, el hacerse responsable.
Llega el asumir cosas, ´
el saber soltar, el saber cultivar y el saber rendirte.
A lo que no quieras tolerar,
A lo que no quieras ser, a lo que no quieras seguir dando poder.
A lo que no quieras seguir salvando.
El amor propio supone mucho coraje,
supone saber diseccionar.
El amor propio no es decirlo es demostrarlo,
es saber que uno merece poco sufrimiento y mucha alegría,
aunque el dolor forme parte de la vida.
La intuición te conecta con lo que verdaderamente es,
lo real, con lo acertado.
Y con lo que en el fondo quieres y debes hacer.
Para trascender el miedo, la culpa y el rencor,
mucho amor propio.