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Gurdjieff y el Haida Yoga

GurdjieffPor Ramiro Calle.- He profundizado en las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspenski a lo largo de cuarenta años. Por un lado están los acérrimos detractores de las mismas y por otro, con la misma falta de ecuanimidad y visión sesgada, sus adictos y fascinados seguidores.

No he sentido la menor inclinación hacia los grupos o grupúsculos de Gurdjieff que, en su mayoría y por lo general,  resultan impúdicamente elitistas y a menudo no son capaces de asumir totalmente y con humildad que lo que hizo el tan controvertido Gudjieff fue beber en las fuentes de sabiduría orinetal  e inspirarse en las antiguas disciplinas de Asia, de las que tomó, junto con el cristianismo esotérico y el sufismo, la gran mayoría de las enseñanzas y métodos, muchos de ellos, sí, confiriéndoles su propio sello en la manera de mostrarlos.

Estos grupos pecan muchas veces de un hermetismo o intencionada frialdad que produce cierta alergia y que no les hace ningún favor, pues alejan a los interesados en lugar de aproximarlos. Son poco aperturistas y demasiado convencidos de sus convicciones, lo que les lleva a pronunciarse como los únicos preparados, o incluso con derecho, a dar enseñanzas sobre el Cuarto Camino.

Muchos de estos deberían someterse a un riguroso autoexamen y una saludable autocrítica.  En sus enseñanzas Gurdjieff, lo reconozcan sus partidarios o no, dice pocas cosas nuevas, pero las dice con especial sagacidad en las instrucciones dadas directamente a sus discípulos, mucho más que en sus obras.

Resulta, sin duda, apasionante, y sus enseñanzas orientan a la persona inmersa en la sociedad profana. Empero, su denominación de Cuarto Camino como diferente de los del faquir, el monje y el yogui,  no es afortunada, toda vez que el yoga como tal ya es el cuarto camino o un gran cuerpo de enseñanzas para llevarlas  a la vida de cada día, trabajando no solamente el centro mental, sino el corporal, el instintivo, el emocional y el intuitivo o supramental. Por eso hay siete modalidades de yoga.

La observación de sí, en la que tanto insiste Gurdjieff, es la autovigilancia de los yoguis u observación de la mente, las palabras, los actos y las reacciones emocionales. La presencia de sí es el establecimiento en la consciencia testigo del samkhya-yoga.  El énfasis en la detención consciente ya fue promovido por los primeros yoguis y la importancia de la respiración, tanto por yoguis, como por taoístas, y posteriormente el mismo Buda.

Gurdjieff hace referencia al Haida-yoga o yoga rápido, pero resulta que sus enseñanzas representan un camino muy largo, para toda una vida o varias. No he leído menos de una veintena de veces las obras de Ouspenski, y sus enseñanzas sobre el autodesarrollo son muy notables. Me permito dejaros el enlace de un programa sobre Gurdjieff en el que ya intervine hace buen número de años.

Gurdjieff era un sincretista, lo que es mucho de apreciar, toda vez que hay muchas vías y métodos hacia la última realidad y ninguna debe hacernos menospreciar a la otras. Como reza el antiguo adagio: «Por cualquier lado que se pruebe el océano, su agua tiene el mismo sabor». Gurdjieff valoró extraordinariamente el esfuerzo e incluso el sobreesfuerzo, pues efectivamente la senda de la autorrealización es larga y hay que morir en vida para poder nacer a un tipo de psicología más elevada, pudiendo así pasar del yo-robótico al yo real.

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Un comentario

  1. No ha dejado el enlace del programa sobre Gurdjieff en el que Ramiro Calle intervino hace buen número de años.

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