Por Paz Morgam.- Antes de que leas este artículo, si te sientes identificado cuando lo termines, ya puedes dejar de juzgarte
¿Has sufrido alguna vez, o sufres por esto? ¿Hablas más rápido de lo que quisieras y, a veces, te cuesta muchísimo hacerlo más despacio?
¿Sabes que tuve una etapa en mi vida en la que no podía hablar rápido? Mi mente no funcionaba bien en ese aspecto y hablaba despacio al igual que andar, cuando yo, siempre, hablaba y andaba rápido.
En aquel momento de mi vida sufrí un desorden hormonal (entre otras cosas) que me afectaba a nivel neurológico y tanto mi forma de hablar como de andar se realentizaron. Mis actividades físicas también, tal que, casi no podía ejercer funciones en el hogar, mucho menos hacer deporte, de hecho, lo tuve que dejar.
¿Puede entenderse esto como esa energía desbordada que se mueve interiormente junto con el cerebro y, tanto a nivel mental como físico, se es muy rápido? (además de hablar más que otros («)).
En general, siempre he hablado más rápido que despacio. Cuando consulto artículos al respecto puedo comprender detalles que tienen que ver conmigo y si acepto que sólo se trata de asimilar o integrar otra forma de comunicarme tomando conciencia de lo que me sucede, podré solucionarlo con respecto a la aceleración o los factores que puedan estar influyendome, tal y como expreso más abajo. De hecho, tengo muchas ocasiones en mi vida (ya con una edad más avanzada), en las que he hablado a un ritmo perfecto en el que podía transmitir, sin estrés, lo que intentaba expresar. Eran momentos en los que estaba interiormente tranquila, equilibrada emocionalmente y sin estrés ni preocupaciones o ansias por algo, recuerdo que sólo estaba PRESENTE.
Antes tenía complejo al respecto y me juzgaba por ello, me sentía mal cada vez que me decían que me callase o que hablaba muy deprisa. Cada vez que observaba al otro como que se encogía, que ponía cara de desagrado, expresión de agobio o de estar deseando que me callase y, según la forma en que me lo dijeran, así me sentaba porque no era mi intención molestar o estresar al otro con mi forma de hablar, pero no sabía qué hacer, sentía que yo era así.
A través de todos estos años de investigación y autoconocimiento he ido aprendiendo a darme cuenta de cómo me estoy sintiendo por dentro con respecto a esa energía que parece un ciclón dentro de mí y no saber cómo canalizarla, cómo apaciguarla. En diseño humano comprendí algo de esto por el gráfico energético con respecto a la personalidad y me ayudó a empezar a no juzgarme tanto, además de entender a quienes les sucede lo mismo. Comenzaba a observar esas actitudes aceleradas con mentes rápidas como resultado de un campo energético interno desbordante de energía y que muchas personas las perciben como un torbellino o algo molesto, tal que, pareciera que se les echan encima.
Qué bendición poder darme cuenta de que no me sucedía nada malo, simplemente tenía un nivel de energía que me costaba controlar y nunca había tenido conciencia de ello.
Si tengo que explicar aquí que, ese nivel de energía, no tiene nada que ver con lo activo que uno sea en el sentido de hacer ejercicios, salir a la calle, esfuerzos, etc., sino que es una energía que se mueve en ti y puede desfogarse/canalizarse de muchas formas como la que estoy haciendo yo ahora, escribir este artículo. Relajación, meditación (puede costar mucho…), pasear, contemplación y un gran número de actividades que calman, puede servir de ayuda.
Este nivel de energía hace que, cuando se está en un lugar donde hay mucho movimiento o estrés, se pueda alterar más. A mí me ha pasado y puedo observarlo en un lugar determinado al que asisto y del cual aprendo mucho, principalmente, a autogestionarme y la importancia de controlarme.
Esa energía está llena de información generada por la mente, ideas, intenciones, creatividad, necesidad de movimiento, creatividad, etc., así es que, hay que aprender a conocerla y canalizarla de forma sana.
A parte de toda esta explicación, puedo sentir perfectamente lo que tiene que ver con esto por vivirlo en mis propias carnes (obvio, e independientemente de que haya artículos que hacen referencia al respecto), hablo por mi propia experiencia y esos detalles son los siguientes:
Rapidez mental según la temática y capacidades personales
Gran cantidad de información recibida y que mueve más la mente
Mucho ingenio o necesidad de ingeniar
Estrés energético por exceso de energía
Actitud acelerada, al igual que el habla
Respiración alterada por la rapidez energética y de pensamiento
Reacciones rápidas (torbellino) y dificultad para controlarlas
Y podemos añadir factores como:
Angustia por miedo a no ser escuchado, tanto porque crees que no quieren escucharte, como porque temes que se aburran con lo que cuentas
Deseos de molestar al otro lo menos posible y quieres terminar lo que dices, lo antes posible. Creer que molestas.
Deseos de terminar rápido por miedo de que no te de tiempo de expresar lo que quieres porque hay (o crees que hay…) otras cosas a las que están prestando atención y que no eres tú (no ser prioridad).
Pueden ser tantos aspectos que, por eso, no es tan fácil de controlar, pero tomar conciencia ayuda muchísimo a ir apaciguando o calmando esa mente y energía desbordante que necesita moverse, además de desidentificarte de todos esos posibles factores que no tienen por qué ser reales en estos momentos de tu vida y, si lo son, no eres responsable de la actitud de los demás hacia ti.
Gracias, gracias, gracias…