Por Mª Laura Martínez Ramírez.- A lo largo del camino se me han presentado numerosos trabajos para ganar en autonocimiento y en evolución, como nada es por casualidad, supongo que todos han venido cuando tocaba, y el de trabajo con los ancestros ha tardado mucho, pero no puedo estar más satisfecha de haberlo hecho.
A decir verdad siempre he tenido facilidad para retener las historias, y me ha gustado escucharlas, más aún si eran de mi familia. Pero lo que te cuentan a veces es distinto a la realidad, porque al igual que tenemos un ego personal, también tenemos el familiar, el de la ciudad, cultura…
A través de meditaciones guiadas, de trabajo de cortar lazos, de terapia familiar, de leer o asistir a cursos sobre vida después de la ida, entre otros, llegué como si un hilo conductor me hubiera llevado sin darme cuenta, a las Constelaciones Familiares, y al trabajo con los ancestros.
Recuerdo la primera meditación en la que Marilyn Rosner nos llevaba a visualizar a nuestros padres, abuelos, bisabuelos, y de cómo terminaba, especialmente. Nos decía, que nos visualizáramos de pie y a todos los ancestros detrás de nosotros sosteniéndonos, como si literalmente recibiéramos la fuerza para cualquier acción en este mundo, por pequeña que fuera, de su energía.
Posteriormente constele, no voy a contar todo lo que ocurrió en aquella sesión, lo que puedo decir es que vi a los representantes de mis antepasados moverse por ese espacio, y la energía que transmitían, sus personalidades. Comprendí que no solo en mi caso, en el de todos, si algún miembro no es aceptado, acogido, no se le da visibilidad al que ha estado sin reconocer, por ejemplo, no podremos movernos por el mundo con fuerza, con seguridad, con alegría, etc.
Porque la familia es un sistema y en cada sistema hay un orden que hay que respetar, cada parte del sistema ha de ocupar su lugar, de modo que si no se le da a alguno de nuestros antepasados, si desde nuestra pequeñez nos atrevemos a juzgarlos y los rechazamos o ignoraos, esa fuerza no nos llegará, y todo el sistema familiar se resentirá.
Una vez admitido esto, durante bastante tiempo intenté que me contaran mis mayores, y fui haciendo un trabajo de acogida, de respeto, de honrar a cada uno de ellos en su aprendizaje, en sus retos de vida, sin juzgar.
Lo último que he realizado y es lo que aconsejo desde aquí, porque es muy gratificante y realmente te llena de energía, es acudir a los sitios donde se puede sacar documentación real y tangible de estos ancestros, desde las partidas de nacimiento, matrimonio, defunción donde ponen muchos datos: de las profesiones, si se casaban de primeras o de segundas nupcias, si eran hijos legítimos o no, si tenían ya hijos cuando se casaban, etc.
Es tan interesante lo que aparee como el vinculo que empiezas a sentir hacia ellos, sabes de sus dificultades económicas, de sus hijos muertos tan pequeños, de sus enfermedades terminales, de los nuevos matrimonios, de sus gustos y aficiones, de sus lugares de origen, y conectas, porque el tiempo no existe, con su energía, no se si es real, pero empiezas a imaginarlos o percibirlos, unos tranquilos, otros protectores, tiernos, apasionados, si no son pequeños yo los siento en la plenitud de la vida, jóvenes o hacia los treinta años.
El ir a visitar esos lugares donde vivieron es también es muy recomendable, dejarte llevar por su energía, visitar los lugares que quedan, que pudieron transitar, el lavadero, la fuente, la iglesia, etc. sientes que te acompañan felices como si te estuvieran guiando la visita, y si te dejas sentir, llegar a percibir sus anhelos. El mayor de todos, el impulso vital, el empuje hacia delante, para sobrevivir, prosperar, haciendo sacrificios y esfuerzos titánicos cuando algunos se mudan de lugar o de trabajo para mejorar las condiciones de vida, y a veces lo consiguen, entonces el logro es para ellos y para todos sus descendientes, entre los que me incluyo y esa fuerza me llega y siento que no puedo decepcionarlos, han luchado demasiado para que los últimos en llegar no den todo lo que puedan de sí.
Al menos en mi caso se iba desarrollando una sensación de aceptación de brazos extendidos hacia ellos, de sonrisa, de acogimiento y comprensión, hubieran hecho lo que hubieran hecho.
Me emociona pensar que están detrás, empujando para que todo lo que tiene que salir bien salga, para darme fuerza, aceptación, sostén. A veces cuando comienzo una empresa en la que me siento pequeña, pienso en ellos sonrientes detrás de mi extendiendo sus manos para sostenerme.
Les doy gracias conscientemente en general y cuando me veo en alguna cualidad mía, que me han contado deriva de ellos, con más razón. También doy gracias a personas que les ayudaron, haciéndome consciente de que todo hubiera sido mu distinto sin esa sincronicidad.
En mi familia, por una de las ramas eran gentes muy humildes, jornaleros, pastores, que no sabían leer, pero un cura del pueblo cogió a ese niño que iba con el ganado y le enseñó a leer, escribir, sumar… Esto supuso un salto enorme para todos los descendientes, porque este niño ya muchacho, pudo llevar en una libreta los cangrejos que cogían, los quesos que hacían para venderlos en poblaciones cercanas, así se amplió a otros productos… hoy todos sus descendientes tienen estudios, etc. ¡Gracias a ese sacerdote! ¡Mi mayor agradecimiento hacia él!
Como esta, en cada familia hay historias que vale la pena reconocer.
Por eso os animo a que empecéis a realizar vuestro árbol genealógico y a acoger conscientemente a todos. Que pongáis nombre a los que nacieron y murieron pronto, que no se les ignore, tampoco a las madres que murieron, ni a las otras mujeres que cuidaron de esos hijos… a todos. Muchas dificultades desde enfermedades físicas y psíquicas a formas de afrontar la vida derivan de estos factores según las constelaciones familiares.
Si el amor es todo lo que une, vale la pena intentarlo.