Por José Antonio Cordero.- La batalla por la supervivencia en algunas especies es una realidad que ya sabemos. Esa persecución natural que tienen los perros sobre los gatos y estos a su vez sobre los ratones. Pájaros contra insectos. Pez grande contra peces chicos. Un sinfín de guerras libradas en el mundo animal y que se toman como un proceso que sucede de forma natural.
Para el corazón que empieza a descubrir las bondades del amor y comienza a sentir paz todo lo que sea batalla le resulta repulsivo e incomprensible. El corazón rechaza la violencia.
La batalla por la supervivencia es real en el mundo que nos rodea. La historia siempre se repite y la lectura que sacaremos siempre es que ninguna batalla fue ganada realmente, que la victoria después de la guerra nunca existe, pero si existe la victoria antes de la guerra, porque se ganó sin perder nada y sin dañar a nadie.
El mundo animal que lucha por su supervivencia es un acto que refleja su nivel de conciencia. Los hombres que luchan para defenderse muestran también su nivel de conciencia, que aunque no sean los invasores y sí los invadidos demuestran que su nivel de conciencia es insuficiente porque no son capaces de ganar sin luchar, de vencer sin guerrear. Las luchas pueden ser armadas como también pueden ser económicas véanse los invasores de tierras para apoderarse del petróleo, o de otras riquezas, ellos son los ‘invasores ansiosos y sin escrúpulo’. Los estafadores nos rodean en el mundo de la economía, tal como existen terroristas legalizados e ilegales.
Las guerras existen, pero ciertamente existen allí donde la inteligencia no domina. Inteligencia es la capacidad de hacer sin crear daño, es la forma de crecer sin violar nada, es el arte de crear promoviendo bienestar y orden. Inteligencia es la dirección perfecta, es hacer lo adecuado y sin crear efectos negativos ni reacciones posteriores graves.
La guerra forma parte de los sistemas desordenados, allí donde hay falta de inteligencia la lucha se hace necesaria para sobrevivir o vivir como ‘linces’. La astucia es un arma que parece ser producto de la inteligencia, pero no es verdad, es propia de listos, que piensan en su conveniencia y sin conocer sus posteriores efectos negativos, porque nadie se queda sin recibir aquello que emitió.
El liderazgo mundial tiene ahora un nivel mejor que décadas atrás, pero cuando la inteligencia no se activa plenamente, la mediocridad aparece y aquello que antes fue guerra nuclear se convierte en las batallas económicas e indecentes como la corrupción. Los corruptos son navajeros que sin hacer sangre consiguen desangrar a la sociedad. Todas esas formas de batallar carecen de inteligencia. El astuto no prevé su propio problema, ni el listo sabe evitarlo. El que no camina por el sendero de la inteligencia cae en su propia trampa o en otra parecida.
Nuestro propio cuerpo tiene mecanismos de defensa donde unos aniquilan a los otros que son invasores. En diferentes capas de la creación las luchas existen, pero ninguna capa de la creación o ningún ser vivo se escapa de la misma ley que ya rige en la creación desde que se puso en marcha: la ley del karma o cada acción tiene su reacción correspondiente.
El hombre promueve su prototipo de sociedad, las ideologías difieren por sus culturas y educación recibida. Hay sociedades más avanzadas que otras, unas más violentas que otras, unas menos justas y otras que son criminales. No hemos mencionado a la sociedad justa, porque para hablar de justicia hay que hablar de Paz, porque la Paz no hace de la justicia, es la justicia la que nace de la paz. Si no existe ninguna sociedad que viva en Paz, la justicia tampoco existe en ninguna parte. Está más que comprobado que la justicia no es igual para todos.
Ya somos mayores para saber qué tipo de vida deseamos vivir o bien qué tipo de vida queremos seguir viviendo. En el punto medio no encontraremos la virtud del saber vivir sino la mediocridad. Nos dan la opción de elegir a los líderes y las muestras que se ven delatan muy bien a los electores. Cada uno tiene sus razones para elegir, y no las juzgamos ni condenamos, solo vemos que las diferentes etapas por las que pasamos revelan el nivel de conciencia.
Somos mayores para elegir, pero parece que la mayoría de edad no otorga la capacidad de saber elegir. Las guerras son milenarias como milenaria es la ignorancia que habita en la tierra. El reino animal carece de corona y las cabezas chocan entre sí para sobrevivir, aplastar o hegemonizar.
Comenzar el día con el ánimo de luchar ya es tener el día perdido, la batalla está pedida y la vida se perderá de igual forma dando muestra de la absurda estupidez humana.
Hemos nacido con la libertad de decidir y así deberíamos hacer, pero pasa el tiempo, pasan los días y el borreguito sigue durmiendo, y al despertar en vez de seguir al pastor sigue a cabritos muy chulitos y peripuestos.
El error está en luchar contra el sistema, o contra las personas. Porque el peor error lo tenemos dentro de nosotros mismos, ya que vivimos en una constante lucha contra nosotros mismos. La lucha contra los pensamientos dominantes es la batalla perdida. Luchar es un error, como abandonarse es otro error, tanto como maquillarse mentalmente. Las batallitas que cada uno se monta para su propia complacencia son considerables, y esta práctica va en aumento, es la moda de la autocomplacencia del querer ser.
En la naturaleza existen dos fuerzas fundamentales, una es el dinamismo y la otra es el silencio. La primera sin la segunda se vuelve caótica y la segunda sin la primera se vuelve aburrida. El Silencio es la fuerza suprema del orden, y el dinamismo es la fuerza suprema del poder creativo. Ambas tienen que saber coexistir. Cuando coexisten se llama Inteligencia Pura. Cuando el dinamismo se vuelve caótico se llama ignorancia.
La Inteligencia pura flota en la Conciencia Pura, pero no en la mente dinámica del listo, del autocomplaciente o del abandonado.
El silencio puro es de una delicadeza tal, es tan grande, que no puede ser imitado ni autosugestionado. Es la fuerza suprema del orden, y al orden no se puede controlar con la mente desordenada, ni recibe instrucciones ni sugerencias, no admite flirteos emocionales. Pasar de la esclavitud de los pensamientos dominantes al flirteo emocional es entrar en el escenario de la autocomplacencia, de la pequeñez de creer amarse a sí mismo. AMAR NUNCA ES REFLEXIVO.
El orden del silencio es la única fuerza capaz de aquietar el dinamismo, pero el Silencio es Amor puro, por esa misma razón el silencio permite que el dinamismo siga existiendo en sus entrañas, el dinamismo sigue y seguirá existiendo, pero cuando está en las entrañas del silencio puro surge la mayor fuerza creadora, es el movimiento dinámico de la Divinidad. Es la fuerza del Creador.
El silencio es conquistado con su misma arma, con su misma fuerza, con pura inocencia, y no con pura astucia o mimetismo.
El silencio es conquistado de la forma más simple, sencilla e inocente. El mimetismo es una técnica, es un arte, como es un arte robar sin que otros se enteren, pero las artimañas no tienen cabida en el Orden Perfecto del Silencio. La técnica Meditación Trascendental tiene éxito cuando se sabe utilizar correctamente porque es la técnica de la Inocencia.
La batalla que nos presenta cada mañana el pelotón de pensamientos que parecen que nos van a fusilar no precisa de artimañas mentales ni de complacencia, porque toda manipulación mental es una batalla perdida.
No luchemos contra los demás, ni nos preocupemos cómo va el mundo. Para ser dueño del propio destino la lucha, la confrontación, el sometimiento, la complacencia, la aceptación permanente no debe ser el arma a usar. La Ley natural nos enseña el camino, que no es otro que el aprendizaje de la Técnica de la Inocencia.
Con el avivamiento diario del silencio el dinamismo caótico caerá como niño revoltoso en manos de su Madre. La práctica adecuada es invencible.
** CITA CON LOS GRANDES **
“Cuando te sientas como obligado a inquietarte por las cosas que suceden alrededor, retorna rápidamente a ti mismo y no te apartes del ritmo más de lo que sea necesario. Porque serás más dueño de la armonía cuanto más a menudo retornes a ella”. – Marco Aurelio.
“La guerra es ocupación propia de bestias que de hombres” – Juan Luis Vives.
“El arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar” -Sun Tzu