Por Isa Campillos.- Conectarnos con el poder interno,
es lo mejor que podemos hacer en tiempos de «cambio».
Nos venden que el cambio esta ocurriendo ahora, cuando siempre se ha venido produciendo.
El cambio es permanente, constante y no se puede frenar ni evitar.
Aferrados a que todo sea como «antes», cagados de miedo y terror, anclados a lo caduco, pasados de fecha de caducidad.
No comprendemos la esencia del mensaje,
el gran mensaje de lo que está ocurriendo:
La DESHUMANIZACIÓN.
Se está deshumanizando, cortando, separando y diseccionando.
Se están dando patrones del medievo, creyendo que hay fronteras, que hay jerarquías y diferentes razas.
La raza humana está sufriendo todas las consecuencias.
En lugar de unirnos,
os quieren peleados e infantiles.
Alejados de vuestro poder, la unión a vuestro dios interior hace la fuerza y este dios no querrá que haya murallas ni falta de equidad.
Ojalá alguien pueda entender que la manipulación es algo que nosotros podemos evitar.
No se casi nada, y aun así entiendo todo, pues escucho a mi corazón.
Puede que lo que más me duela en este momento es sentir como el miedo os resquebraja.
Os mantiene alejados de lo que sois, de la madre tierra, de la verdad, del AMOR.
Opinando por opinar, «porque toca», porque es el tema actual, porque este lo hace mal y aquel peor.
Pero no miramos adentro, ¿Verdad?
Donde están todas nuestras heridas.
Esas heridas que solo sanando te hacen ver la verdadera REALIDAD:
Que el dolor no es específico ni individual, que el dolor todos lo sufrimos.
Que muchos se quieren alejar de el, anestesiarse, creer que no pasa nada cuando todo está pasando ahora.
Ahora, un momento de plena ruptura y renacimiento.
Podemos renacer mejores,
pero eso no significa seguir aceptando los patrones anteriores.
Tengo claro y doy fe, de que todo está conectado.
De que cuando necesites aprender algo, lo recibirás.
Se te será proporcionado, eso que estás pidiendo de manera inconsciente para sanar.
Se te regalará el golpe, para que aprendas a sanar.
Para que al final, te reconectes con tu humanidad.
Eso sí, sin olvidar, que defenderse es sano.
Sin olvidar, que la sumisión no es tu lugar. Pero, tampoco lo es, vivir en la desdicha.
Tampoco lo es vivir deshumanizado, desconectado del otro.
Tampoco lo es vivir en la desconfianza.
Precisamente,
así os controlan mejor.
Haciendo que os posicionéis y os volváis locos.
La nítida verdad,
la puedes observar en tu emoción espontánea y estéril de contaminación.
En el más profundo de tus sentires, no quieres sentir la desconexión al todo, la separación.