Por José Antonio Cordero.- La corteza es una parte importante del árbol que le sirve de capa protectora para que los nutrientes esenciales fluyan internamente, además evita los ataques de insectos y otros animales, pero la capa externa está hecha de células muertas.
Si las plantas son ayudadas con puntos de apoyo crecen con más facilidad. Los árboles aseguran su estabilidad por sus raíces y no por la dureza de su tronco.
Los mayores aconsejan a los jóvenes que creen su capa protectora, como si de un corcho se tratase. Se aconseja excesivamente ser más resistentes a los ataques externos, que seamos más fuertes, más duros, que no nos dejemos manejar, que contestemos con contundencia y con claridad. El riesgo es hacer que estas respuestas sean de hábito diario porque se puede crear tal grado de corteza dura que llegará a no ser reconocida ni por uno mismo. El riesgo de la dureza es perder sensibilidad que tan necesaria es para tener mayor apreciación de valores profundos de la vida.
La felicidad crece a través de la sensibilidad y la rudeza es tristeza.
Las capas duras impiden un buen conocimiento interno, incluso las durezas no llegan a reconocer los estados tensos o acelerados, ni perciben los diferentes niveles de excitación; se puede llegar a ser grosero y no reconocer tal acritud; se pueden crear duras capas externas y no reconocerlas como tal, podemos llegar a ser irreconocible para nosotros mismos. La realidad es que esas formas son como cortezas, células muertas, es decir, son formas inconscientes de una personalidad acorchada. La corteza es una célula muerta porque y ahí ya no llega el flujo interno del árbol. La personalidad acorchada, valga la expresión, estaría compuesta por unos modismos inconscientes, unas reacciones en corto-circuito que ni la propia persona llega a controlar. Estas formas o mecanismos de auto-defensa no son nada aconsejables, aunque muchos libros superventas hagan largos tratados de esto.
Viendo la corteza se puede reconocer al árbol. Se dice que la cara es el espejo del alma, como cierto es que la cara muestra también los estados alterados de la personalidad: ansiedad, depresión, alucinación, perplejidad, alegría o paz interior -para quien sepa verla.
Es un mal enfoque basar la autodefensa en tener una dura corteza externa, porque son formas moribundas de la personalidad. Una célula muerta no tiene capacidad de generar células vivas, solo ceniza. La crudeza, o forma grosera del comportamiento, no tiene capacidad de promover vida ni crear situaciones de bienestar, solamente polvo o cenizas. Se siente orgullo por contestar con palabras claras pero como estén recubiertas de crudeza, el regocijo o tranquilidad por la respuesta no durará mucho. Si el orgullo del aplastamiento va acompañado por el ¡¡Toma ya!!… crecerá más la propia corteza y cuanto más engorde más tardará en desprenderse, esto se define como auto-castigo.
Están de moda los desplantes, las contestaciones rebuscadas que pretenden hacer daño, frases cortas para destruir o desprestigiar. Esas palabras son ‘células muertas’ que nacen de mentes poco cultivadas. Esas malas artes se ven cada día en los parlamentos y en programas basura, su finalidad es ganar adeptos. Retransmitir esas formas es multiplicar efectos negativos, la difusión dañina es un claro delito contra la sociedad que el legislador acorchado no percibe e incluso puede considerar eficaz; hay más interés en poner multas en casa ajena que en la propia.
Los alcornocales no son realmente frutales y mucho ‘pueblo’ es engañado con bellotas. El fruto del progreso y bienestar social lo cultivan los empresarios y trabajadores, los profesores y catedráticos, ellos son los que levantan a un país, incluso ante adversidades y con pocas ayudas. Hoy es el aniversario de una revolución social que buscaba nuevas formas, pero la gran revolución social vendrá por la promoción de la sensibilidad y promoción de la salud y felicidad. Las corrientes mueven aguas estancadas o pestilentes, eso es bueno, pero la más esperada es la revolución de la inteligencia, que no daña, que nutre desde el conocimiento. La inteligencia no se alimenta de la fama sino del conocimiento puro que reside en la conciencia pura.
El árbol de la Sabiduría tiene como savia a la Sensibilidad.
Precisamente la sensibilidad está hecha de células vivas que con habilidad crean una coraza invencible, células que nacen del infinito manantial de la consciencia interior, que es realmente la base de toda existencia.
La gran fortaleza de una persona está en su ternura interna y no en el corcho del cabezón.
La fortaleza crece cuando la mente viaja al interior y cuanto más se trasciende mayor será la fortaleza. Así es el estado de Invencibilidad, caracterizado por su mínima (imperceptible) excitación de la consciencia, es la apreciación más certera de uno mismo, por eso los sabios denominan a la conciencia pura como “ese estado que expresa siempre la Verdad”. Con seguridad es la única “Verdad” que nos hará libres.
Nerja, 15 de mayo de 2015
Dr. José Antonio Cordero
Director
AGRICULTURA VEDICA MAHARISHI
_______ CITA CON LOS GRANDES __________________
La falta de sensibilidad es básicamente un desconocimiento de nosotros mismos. – Eric Hoffer
“Jamás se penetra por la fuerza en un corazón”. – Molière
“A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa” – Leon Tolstoi