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La edad en los tiempos del emprendimiento

Por Ana Mendez.- Ahí vamos, con más de cuarenta y algo, y un bagaje no sólo de emociones, de experiencia profesional, de aprendizajes, un sombrero cargado de “éxitos”, satisfacciones, y un gran abrigo constituido por la fibra de nuestros hijos, pareja, padres, hermanos, quizá hasta colaboradores, todos aquellos quienes consciente o inconscientemente nos han dado cobijo en nuestros momentos más fríos y lúgubres,  con sus palabras, con sus acciones…

Y de repente te has dado cuenta de que los treintas pasaron como en 6 meses y  aquello de “buscar una empresa donde hacer carrera”, ya no es precisamente la opción, que venderse ya no es cuestión del “elevator pitch” que tanto nos funcionaba, y que si bien con unos retoques lo revivimos, en realidad ya no sabemos si  lo queremos intentar de nuevo.

Y ahí va la frase  que resuena en nuestras mentes  “intentar de nuevo”, súbitamente  viene  a la mente los recuerdos non gratos de aquellos que con su prepotencia, ignorancia, y falta de pericia para manejar situaciones, te han hecho sentir “robado”,  aquellos momentos en que sentiste eso de “ponerse la camiseta” más bien como pintártela sobre la piel,  para después recibir no más que indiferencia, desprecio, hasta rabia  de quienes  viven del protagonismo, y hacen lo que sea porque los triunfos que no llevan su marca se conviertan en la manzana de la discordia y en la gran guerra de egos, donde irremediablemente todos salen perdiendo.

Nuevamente recuerdas que  como en otras partes sobrevino la necesidad de volar a otros cielos porque el lugar ya no era tuyo, ya no había más que crecer, te  convertiste en otra víctima del burnout…

Si bien hemos generado un plan,  y nos allegamos de asesores de empleabilidad y el último grito de la moda en redes, sigue habiendo algo ahí, que no podemos olvidar…

En estos momentos quién soy?,  en quien me he convertido ya?, soy capaz de llevar a cabo esos sueños,  de mezclar mis habilidades y competencias con mis metas más espirituales?

Puedo lanzarme a ganarme la vida haciendo lo que más me gusta y bajo mis propias perspectivas?

Solo soy útil para hacer ganar dinero a alguien más? Y eso me hace sentir feliz, satisfecho?

Sin duda  no es exactamente la crisis de los cuarentas, más bien la crisis de la edad contra la madurez profesional y la capacidad del emprendimiento.

El emprendimiento tiene un camino muy solitario y a la vez muy transitado,  la soledad la generan los que te dicen NO, los que aplauden pero desaparecen cuando más los necesitas, cuando  las adversidades  van saliendo  y debes afrontarlas  para seguir caminando, y otros transitan y uno está bajo su mirada incrédula, no aportan solo aguardan para entrar a la escena con “te lo dije”…

Creo sinceramente que sentir el llamado del emprendimiento es un momento sagrado en nuestras vidas, si bien para muchos se da en los cuarentas, creo que también puede ser antes o poco después, lo importante es:

  • Mantener cierta ventaja mientras suponemos estamos en algo “fijo”, seguirnos capacitando, apartar algún fondo, escribir algo sobre nuestro proyecto. Retroalimentar con los colegas “y que tal si?”
  • Nunca dejar de soñar despierto
  • Fortalecer nuestra fé en nosotros mismos.
  • Trabajar muy duro en dominar el arte de manejar nuestras emociones, construir el gran muro “tus opiniones negativas no me afectan”
  • Leer, conversar, informarse.
  • Ayudar sin condición, cuantas enseñanzas a veces tenemos de toda esa gente que lleva una vida más simple que nosotros, a lo largo de nuestras vidas también hay quien nos ayuda a nosotros y ni nos damos cuenta, o no lo valoramos.
  • Permitirse caer en el error y disfrutar el descubrir que siempre podemos levantarnos y aun con el dolor  dar pasos más firmes y acelerados.
  • Asimilar, aprender y racionalizar la verdadera abundancia y el éxito, la abundancia como la premisa de agradecer por todo lo que tenemos y el éxito como un gran viaje lleno de momentos que hay que disfrutar.
  • Lidiar y afrontar el miedo.

Esta última  la más importante, contar con que nuestro amigo ”el miedo”, estará  ahí  siempre como el “amigo incómodo”, sin embargo en vez de dejarlo aplastarnos, hagámosle frente y preguntémosle porque no quiere que lo intentemos?,  lo más seguro es que nos presente el peor escenario, bueno pues ahora presentémosle el mejor,  y démosle cátedra de otro amigo que siempre debemos tener a nuestro lado “valor”.

Vivamos con valor, enfrentemos nuestros miedos, conversemos con nosotros mismos,  disfrutemos lo más simple,  y emprendamos!!!!

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