Una investigación de la Universidad de Utah (Estados Unidos) ha revelado que el sentimiento que se genera durante una experiencia religiosa activa los mismos circuitos cerebrales que el amor, el sexo y las drogas.
Para averiguar cómo la fe afecta la actividad neurológica, los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética para escanear el cerebro de 19 personas con profundas convicciones religiosas, cuando realizaban tareas diseñadas para despertar sentimientos espirituales como leer la Biblia, ver audiovisuales con contenido religioso y rezar.
Los científicos pidieron a los voluntarios que apretaran un botón cada vez que sintieran el espíritu de Dios o experimentaran un sentimiento religioso especialmente intenso. Luego estudiaron los resultados y descubrieron que durante los momentos de máxima religiosidad se activaba el núcleo accumbens, un grupo de neuronas que forma parte de los circuitos de recompensa y que también se asocia a los estímulos que provocan el amor, el sexo, la música y las drogas.
Esa parte del cerebro es también la encargada de liberar dopamina, una sustancia química que influye en el humor y la felicidad. De hecho, el pico más alto de activación de la región accumbens se producía entre uno y tres segundos antes de pulsar el botón, momento en el que el ritmo del corazón de los participantes se aceleraba y la respiración se hacía más profunda.
En los resultados del estudio, los autores advierten no sacar conclusiones apresuradas de este hallazgo, y hacen notar que las experiencias religiosas pueden diferir entre individuos y culturas y, por lo tanto, es probable que tengan una amplia gama de causas y consecuencias neurológicas