eexPor Ramiro Calle.- Es necesario utilizar el discernimiento y lucidez, por muy dolorosos que puedan resultar, pero es la menera de crecer interiormente y poner las condiciones, cada uno desde su situación, para ir mejorando. Es cierto que para el que sabe ver puede haber muchas cosas hirientes, pero no por no querer ver algo quiere decir que no exista. Como reza el antiguo adagio, «para poder sustraer la espina hay que saber dónde se encuentra». Ser realista no es ser pesimista, es simplemente ser realista y ver las cosas como son.
Ver lo que es, como decía Buda, y no lo que uno quiere o teme ver, sino lo que es. No es un ejercicio fácil, pero sí conveniente y transfomativo. Algunas personas me han comentado que he sido muy contundente en mi análisis titulado «Los hombres-cafre». Pero ¿cómo calificar al que incendia intencionadamente un bosque, ejerce brutales maltratos contra los animales, explota, abusa, esquilma y deja un reguero de destrucción a su paso? Proximamente tendrá lugar ese ignominioso espectáculo del Torneo del Toro de la Vega en Tordesillas.Ya escribí sobre esta práctica cruel, vergonzosa y solo digna de auténticos cafres en una localidad a la que prometí nunca volver. ¡Hacer daño por diversión; hacer daño por hacer daño!. Y todo ello amparándose en las «gloriosas» tradiciones, del mismo modo que se ha distinguido la Fiesta Nacional (o sea la matanza nacional de animales inocentes) como un bien cultural.
Habría que buscar en el diccionario, con paciente minuciosidad, para encontrar una palabra más dura que la de «cafre» con la que definir lo que pueden llegar a hacer determinados seres in-humanos, inescrupulosos y amorales, que dan la espalda sistemáticamente a la compasión y la benevolencia. Ahora se ha conseguido la extinción de una especie de leopardo. En su avaricia, el ser in-humano no tiene fin. Ha asesinado rinocentes para utilizar el cuerno porque se considera afrodisiaco y ha matado gran número de elefantes para traficar con sus colmillos. También se ha asesinado a un número no despreciable de ciervos almizcleros para quitarles las glándulas donde conservan el azmilcle y comerciar con el perfume obtenido.
Mientras va liquidando sistemáticamente especies de seres inocentes, el ser-inhumano, el cafre, el más bárbaro de las criaturas, sigue afirmando su peligroso poder. Que cada persona de corazón sensible y noble, a su modo, rece una plegaria por otra especie extinguida, otra más. Yo he recordado y recitado varias veces, al enterarme de la noticia, unas palabras que aparecen en un texto antiguo y que asonsejan: «Irradiareis benevolencia incluso hacia ellos (los bandoleros, los cafre, los in-humanos) e inundareis el mundo entero con pensamientos de infinita amistad, sin odio, sin mala voluntad».