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La felicidad

Por Lídia Arimany Ferrer.- Una vez leí un cuento que me hizo reflexionar.

El cuento era más o menos así…

“Había una vez un buscador que había aprendido a seguir las señales de su corazón. Un día sin saber por qué se vio empujado a emprender un viaje hacia el norte de África. Al llegar se encontró con un magnífico jardín decorado con flores blancas muy bonitas. Empezó a pasear y leyó  en una piedra parecida a una lápida:

  • Zaira 5 años, 4 meses y 2 días.

Continuó su paseo y de pronto encontró otra inscripción:

  • Musseff 7 años, 11 meses i un día.

El hombre que estaba muy sorprendido siguió caminando y leyó:

  • Baruk 3 años, 2 meses i 4 días.

Se puso muy triste, no comprendía porqué su corazón le había mandado a aquel cementerio infantil. No pudo contener su emoción y se echó a llorar.

El vigilante del cementerio que lo había estado observando se le acercó y le preguntó porque lloraba. El buscador le preguntó qué había pasado en ese lugar, porqué se habían muerto tantas criaturas que habían tenido que construir un cementerio infantil, que desgracia había ocurrido…

El vigilante sonrió, lo cogió de la mano y le explicó que no eran niños enterrados, sino que en aquel pueblo tenían una tradición. Cuando los jóvenes cumplían 15 años les regalaban un cuaderno para apuntar “los momentos que habían vivido realmente”. Es decir, cuando habían tenido una gran alegría. El día de su cumpleaños, cuando se fueron de vacaciones y lo pasaron en grande, etc.. en la libreta apuntaban el rato o los días que se habían sentido felices y cuando morían, el sacerdote contaba las horas que habían tenido de felicidad y que ellos consideraban que era lo que habían VIVIDO y eso era lo que escribían en la lápida.”

Mi reflexión:

Según este cuento nuestra felicidad se reduce a pequeños momentos asociados a factores externos favorables, a momentos de placer. Y es verdad que a menudo asociamos felicidad a estos momentos, pero cuando empiezas a hacer trabajo interior te das cuenta que en realidad esa no es la verdadera felicidad. Esta es una felicidad que yo la llamo externa o falsa, porque mientras dura la circunstancia favorable te sientes feliz, eufórico, pero cuando la circunstancia externa cambia caes al otro extremo, sintiéndote vacío, infeliz, etc.. Es lo que pasa con  el síndrome post-vacacional por ejemplo.

Para mí, el VIVIR plenamente y el ser feliz, llega cuando somos capaces de estar presentes transitando todo lo que nos hace llegar la vida, aceptándolo independientemente que nos guste o no. De esta manera tomamos el mando y la responsabilidad de nuestra vida y no lo dejamos a merced de lo que pase al exterior.

 

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