
Cada frase debe invitarnos a una propia observación y cada uno debe sacar su propio sentido de ella. Pues cada cuál es propietario de su interpretación de la verdad, cada camino es único, nadie más puede transitar tu camino.
Así, para mí, frases como «Yo soy la voz de quien grita en el desierto» o «Conócete a ti mismo» tienen otro sentido muy diferente.
Al fin y al cabo, cada parábola, cada texto, debería tener no una sino miles de interpretaciones, todas ellas conexas. Algunas pueden resultar contradictorias, así que debemos saber realmente lo que nos aconseja nuestra intuición sobre ella.
Las grandes verdades nos han sido contadas a través de alegorías para que, precisamente, sea la intuición, y no el intelecto, quien nos guíe. Por esta razón tenemos libre albedrío.
