Por Ignacio Asención.- Llegará el día en que puedas mirar hacia “atrás” sin miedo, sin palabras, sin ninguna caracterización lingüística que defina las cosas como buenas o malas.
Todo lo vivido es sagrado, todo está acá, puesto de vuelta en tu consciencia, esperando una nueva mirada de gratitud.
Cada crisis, cada dolor, cada momento en el que pensaste que estabas a punto de rendirte… Todo eso fue, es y será el trampolín que te lleve a tocar la belleza que aparece ante tus ojos.
El momento para no tener miedo llegará. O ya ha llegado. No sé en qué andarás.
Con una instantánea y simple disposición, cada profunda amargura tiene la capacidad de transformarse en el mayor de todos los agradecimientos.