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Home » Artículos » La memoria del corazón (tercera parte)

La memoria del corazón (tercera parte)

corazon-1Por Carolina Funes.- ¿QUIEN SOY? Para conversar con uno mismo, con el auténtico ser, primero debe uno intentar deshacerse de todo aquello a lo que se aferra.
Así habrá que considerar a los apegos como oportunidades pues permiten soltar lo terrenal para ir en búsqueda de respuestas más elevadas sobre la propia consciencia. También es cierto que se trata de una cuestión algo compleja para tomarla a la ligera por eso no se debería decir libérate de los apegos y serás feliz, pues es un proceso que lleva tiempo y el tiempo depende de la capacidad de cada persona de enfrentar y superar sus propios estados mentales.

Muchas veces el peso de los apegos induce justamente a la necesidad de liberarlos. Al soltarlos uno comprende que los bienes materiales son cosas que están en la realidad concreta para ser usadas es cuando la proyección del poder que emana de uno puesta en ellas se traslada hacia el propio espíritu.
A veces el dolor o padecimiento de alguna circunstancia despoja a los seres de la basura y es cuando uno comienza a ser auténticamente, sin máscaras pues la sinceridad de la mirada es quien revela el verdadero corazón que está dentro del otro.

Se puede elegir también soltar apegos emocionales profundos como puede ser una persona cercana. Una forma es hacer consciente el sentimiento de posesión con el otro y orientar toda esa energía que brota de uno hacia un objeto concreto y que de algún modo representa a esa persona de la cual uno quiere desapegarse. No se trata del objeto en sí, si no de lo que simboliza sobre ese ser.

En cierta forma puede resultar triste la independencia emocional ya que se trata de un distanciamiento que la psiquis quiere atrapar para sí. Sin embargo la intención del desapego es una puerta abierta para desplegar las alas y emprender el propio vuelo, es un pequeño paso hacia la libertad.
Soltar significa amar. Dejar libre a los afectos sin sentimiento de posesión pues se brinda el derecho natural e intrínseco de la posibilidad de la elección.

Ésta capacidad de amarse y amar al otro es un proceso que permite descubrir poco a poco el verdadero interior y ello asusta porque sacarse esferas del yo implica adentrarse hacia las profundidades mismas del corazón donde las vestimentas, las profesiones y posesiones no tienen ningún significado. Es allí entonces que se debe enfrentar aquella pregunta que tantos temen y que pocos tienen la valentía de responderse sinceramente, quien soy realmente.

Hay que considerar que la personalidad se desvanece cuando uno quiere definirla y clasificarla pues no hay identidad alguna que pertenezca a alguien en particular ya que sólo se trata de una construcción social.
Son creadas por quienes intentan vender sus propios miedos disfrazados de moda y extrañamente están aquellos que las compran.

Máscaras que son adoptadas como propias frente al desconocimiento sobre uno mismo. Como si uno mismo tratase de protegerse de aquello que no quiere saber, escapar de los miedos inconscientes que yacen latentes en un rinconcito oculto del corazón.

Las personas creen que no verlos conducirá al olvido y entonces el sufrimiento cesará. Pero éste sólo se acaba si son enfrentados los temores.
La psiquis quiere encubrir el remolino de tristezas antes que descubrir el camino de sanación natural que emerge desde lo Divino y que es el encuentro con la verdadera esencia en uno mismo, donde justamente no hay personalidades.

No escuchar esa voz que pide de forma insaciable más y más cosas para llenar un ego completamente insatisfecho es proyectar el sendero hacia la libertad.
Es cierto que hay objetos materiales, superficiales y hasta espirituales que muchas veces son máscaras perfectamente diseñadas con sinuosas siluetas de la iluminación. Pueden convertirse en un alimento esperanzador para que el ego sobreviva hasta en sus más profundas crisis y con ello crear nuevas formas de personalidades.

Sin identificación alguna se puede sentir el espíritu vibrando en estados de plenitud, completud y amor incondicional pues no habría cosa alguna para poseer. Sólo sentir, no es necesario aferrarse a ninguna máscara que defina una personalidad social porque simplemente no existe, es construida. Una deconstrucción del pensamiento resulta indispensable para poder llegar a los orígenes del espíritu donde reside el amor.

La identificación con una personalidad proporciona una falsa creencia de seguridad, de que uno es eso y nada más pero pareciera que aquello que da miedo es justamente el poder. Se trata de una energía divina que no necesita ser ocultada capa tras capa sino ser descubierta.

Los cambios inherentes a la vida se encargan de derrumbar esa seguridad que uno cree real y justo en ese momento en que todo se desploma la personalidad a la que uno estaba apegado es arrebatada.
El escenario presente puede tornar hacia otra dirección drásticamente desestabilizando por completo el rumbo que uno pensaba seguir. Y sentirse perdido forma parte de la destrucción de una máscara.

Uno deberá preguntarse entonces si se subsumirá hacia lo desconocido para encontrar su propia verdad o por el contrario correrá desesperado tras otra máscara y así refugiarse nuevamente en una seguridad irreal que quien sabe durante cuánto tiempo podrá sostenerse. Sin embargo cuando la experiencia es demasiado profunda e intensa ya no quedan muchas máscaras que comprar porque no todos han estado allí en los zapatos de uno para saber qué tipo de personalidad enmascarará el dolor que se transita.
Permitir desenmascararse y sentir ese sufrimiento, estar en él es mirarse frente a frente y dejar de escapar de uno mismo.

Luego de un tiempo uno comienza a notar que esa herida ya no daña tanto como al principio y surge una transformación auténtica con uno y con los demás. Ya no hay espacios para máscaras porque resultan incómodas. Cada experiencia se torna única y por ello ninguna tiene la medida exacta del rostro. Ahora sólo la sinceridad del corazón guía las relaciones interpersonales transformando la visión que uno tiene del mundo y de los seres humanos. Se comienza a percibir la esencia de las circunstancias y de la vida pues de eso se trata el desapego.

Cuando se decide experimentar nuevas aventuras irremediablemente la personalidad quedará en ese espacio con límites y fronteras ya que esa máscara servía sólo para ese momento y lugar. Al naufragar hacia lo desconocido hay que desechar junto con esa máscara todo conocimiento anterior puesto que un nuevo escenario implica un aprendizaje singular donde ningún viejo conocimiento servirá como soporte teórico de la nueva experiencia, la sabiduría de ello aún no ha sido revelada.

En este punto las ideas que formaban parte de aquella vieja personalidad dejan de tener sentido y los conceptos desaparecen ya que la perspectiva cambia, las ideas siguen estando allí pero son observadas desde un punto diferente, sin juicio alguno.

La concordancia de los pensamientos con la vibración del corazón se unifican y las palabras son transmitidas para colaborar en lo que un otro necesite oír. Las palabras son un sistema de comunicación compartido que en el momento que son dichas, son liberadas y ya no forman parte de uno, allí la personalidad se desvanece. Finalmente uno siente un estado de paz sin pensamientos, juicios o personalidades.
Se trata de tirar por la borda todos aquellos disfraces que dificultan el encuentro con ese espacio interior que uno ha evitado durante mucho tiempo.

Ese lugar dentro de uno muchas veces es un espacio caótico pero que luego de un tornado impregnado de emociones y conflictos todo alrededor comienza a fluir naturalmente y uno debe entregarse a los designios que tiene la vida para uno pues si hay una resistencia a las circunstancias pueden surgir intensas confusiones mentales al intentar alejarse de lo que la realidad se empeña en crear para uno.

Cuando se elige despertar muchas veces el miedo a perder la identidad social no permite que uno se despoje de todas las superficialidades, como una densa energía que te mantiene distraído hacia otro centro que no sea el propio.
Experimentar desapegos implica también enfermar físicamente en cuyo caso cualquier parte del cuerpo puede llegar a bloquearse, el humor puede cambiar constantemente o ser blanco de proyecciones negativas del entorno. Por ello es importante aceptar el tiempo de expansión de la consciencia al que cada uno se acopla. Las palabras dichas sólo se convierten en entendimiento cuando uno está preparado para escucharlas.

Cuando hay resistencia al proceso de transformación y desapego la vida ofrece varias oportunidades para que uno tome consciencia del porque de las situaciones presentes. Pero si no se logra ésta apertura mental pues se repetirán mismas situaciones una y otra vez y si aún no se comprende, regresará la próxima vida para superar aquello que no ha sido resuelto en ésta.
Por ello es importante no oponerse a las circunstancias del ahora ya que si la vida se encuentra decidida a que se transite por la fase de transformación lo hará de maneras diferentes, más significativas y dolorosas.

Durante éste proceso siempre se presenta un guía pues nunca se está completamente solo. Es un ser que intenta ayudar porque fue ayudado y sabe que colaborar en el despertar de otros es despertarse a sí mismo.
La resistencia también forma parte del apego al no cambio. Porque sutilmente uno se va apegando al no cambio en el intento por cambiar constantemente y éste es un punto difícil de observar y discernir. Es allí cuando inesperadamente un otro irrumpe en la vida e intenta movilizar ese estado de latencia. Produce un sacudón para que uno despierte de la ignorancia y es entonces cuando uno recuerda que la vida se trata constantemente de cambios para encontrarse gradualmente con la esencia más pura y poderosa dentro de uno.

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