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La muerte no existe

Por Luis Miguel Sellanes.- Seguramente alguna vez en vuestras vidas os habéis hecho las siguientes preguntas: ¿Quién soy?, ¿Por qué estoy aquí?, ¿Cuál es el origen de mi vida?, ¿Cuándo y cómo finalizará?, ¿Cuál es mi propósito de vida en esta Tierra? ¿Continuará mi vida más allá de la muerte? Sin embargo, difícilmente obtendremos respuestas satisfactorias mirando la televisión o leyendo el periódico deportivo. Suceda lo que suceda en nuestra vida -tengamos éxito o no, sin importar cuánta fama, poder o riqueza alcancemos-, la muerte física es inevitable. Todo aquello que hayamos cosechado en este plano de vida perecerá.

El nacimiento y la muerte son una realidad durante todos y cada uno de los segundos de nuestra vida, puesto que nuestro cuerpo experimenta un proceso constante de muerte y renovación. Es uno de los temas que la sociedad occidental ha dramatizado y de lo que no se desea hablar, y que ha dejado una extensa lista de frustraciones, de emociones quebradas, de esperanzas rotas a lo largo de la historia humana. El miedo a la muerte física subyace en nuestro interior bloqueando nuestra capacidad para ser felices. Entonces es cuando lo escondemos buscando en los estímulos exteriores cubrir esa sensación de vacío, y así llenamos nuestro tiempo. Pero cuando en algún momento nos encontramos solos, nos invade una sensación de desazón. Desprendernos de los miedos nos hace libres.

“SIVIS VITAM, PARA MORTEM”

“Si quieres soportar la vida, prepárate para la muerte”

Sigmund Freud

Muchas son las personas que durante años se han dedicado a acompañar a personas en esta fase final de muerte física, con un sinnúmero de situaciones y experiencias que nos hace replantear si existe vida más allá de ese trance, y de ese modo tenemos respuestas contundentes para afirmar que sí hay vida después de la muerte física.

Hay que tener en cuenta que en el mundo mueren cada año 70 millones de personas, y a su vez se producen anualmente más de 70 millones de nacimientos, lo que sitúa ambos hechos como algo totalmente natural y normal. A lo largo de la vida, 500.000 células del cuerpo mueren cada segundo, 30 millones cada minuto y 50.000 millones cada día. Estas células son reemplazadas en su totalidad diariamente, proporcionando a cada persona un cuerpo casi nuevo cada dos años. La muerte celular, por tanto, no es lo mismo que la muerte física. Mientras estamos en vida, nuestro cuerpo cambia constantemente de un segundo a otro.

Sin embargo, ni lo sentimos ni somos conscientes de ello. Sin embargo es imposible demostrar científicamente algo que escapa al método científico, que está siendo actualmente muy cuestionable, como la religión, la ciencia, la economía y la política, y por tanto se hace necesario un nuevo enfoque que nos permita obtener respuestas satisfactorias. La ciencia vigente, por lo general, parte de una realidad basada únicamente en fenómenos perceptibles (paradigma ver para creer). Sin embargo, al mismo tiempo podemos sentir -de modo intuitivo- que más allá de la percepción sensorial, objetiva, desempeñan un papel nada despreciable factores subjetivos como las emociones, la inspiración y la intuición (el nuevo paradigma creer para ver). Las técnicas científicas actuales son incapaces de cuantificar o demostrar el contenido de la conciencia.

Resulta imposible obtener la evidencia científica de que alguien se ha enamorado, o de que alguien está disfrutando de una pieza musical concreta o de una determinada obra pictórica. Lo que puede medirse son los cambios químicos, eléctricos o magnéticos en la actividad cerebral; el contenido de pensamientos, sentimientos y emociones, no. Si no tuviésemos la experiencia directa de nuestra conciencia a través de nuestros sentimientos, emociones y pensamientos, no seríamos capaces de percibirla.

Mucha gente cree que su imagen del mundo material únicamente se deriva de la percepción y se construye con base a la misma. Todos nosotros creamos nuestra propia realidad en función de nuestra conciencia. Cuando nos enamoramos el mundo es hermoso, mientras que cuando estamos deprimidos ese mismo mundo es una tortura. En otras palabras, el mundo material no es más que una mera imagen fabricada en nuestra conciencia. De este modo, la gente conserva su propia visión del mundo. Éste es precisamente el tipo de idea que a una gran parte de la comunidad científica le cuesta aceptar. Por eso y por muchas más razones creo que es necesario un nuevo enfoque del tema.

Ya es tiempo de despertar de nuestra amnesia colectiva, existen fenómenos o situaciones que no tienen explicación desde nuestra visión miope de la “realidad”, pero que demuestran que ese campo desconocido nos ofrece otra visión mucho más amplia que responde a nuestras interrogantes a lo largo de la historia de la humanidad. Adentrarnos en lo desconocido es el mejor modo de acceder al conocimiento de lo esencial, es cambiar el paradigma de “ver para creer” por el “creer para ver”, y así quedará develado el misterio que nos preocupa desde hace miles de años.

Somos Almas eternas envueltas en un traje carnal con fecha de caducidad y que hemos venido a realizar una experiencia terrenal. Ser conscientes de ello nos convierte en seres libres, y eso significa que en el silencio podemos conectar con nuestro maravilloso ser interior, donde albergamos todas las respuestas.

 

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